Como viene siendo
habitual, la consultora pwc ha
difundido su estudio anual sobre la actividad de auditoría interna, en esta
ocasión actualizado al año 2012, resultado de las encuestas y las entrevistas
realizadas a más de 1500 directivos de 16 sectores económicos en 64 países, así
como a unos 900 máximos responsables de auditoría interna, titulado: ¿se están
cumpliendo las expectativas sobre la profesión de auditoría interna?, que
consideramos muy oportuno e interesante, y que nos permitimos recomendar su
lectura (www.pwc.es). En él se hace una
comparativa sobre lo que piensan sobre determinadas cuestiones los stakehorders y los directores de
auditoría, lo que permite observar sus puntos de coincidencia y, en su caso, de
discrepancia, así como el posicionamiento que al respecto adopta la consultora.
En primer lugar
podríamos destacar una de las conclusiones de la propia pwc referida a que: En un
escenario de riesgos tan cambiantes como el actual, la auditoría interna no
puede conformarse con limitarse a reaccionar ante los acontecimientos, en su
lugar, debe adoptar una mentalidad estratégica que tenga capacidad de respuesta
ante los riesgos… .Vale, de
acuerdo, si a lo que se quieren referir es a la actitud mental que debe regir
nuestras opiniones, pero en total desacuerdo si lo que se pretende recomendar
es la conveniencia de que los auditores internos asumamos capacidades sobre las
respuestas a los riesgos, pues recordemos que, según The Institute of Internal Auditors, al menos de momento, una de las
facetas que debemos situar detrás de la línea roja que no hemos de traspasar,
es la correspondiente a la toma de decisiones en respuesta a los riesgos, pues
de hacerlo estaríamos condicionando nuestra independencia de criterio cuando
supervisemos el proceso de gestión de riesgos realizado, pues no debemos
olvidar que no podemos ser “juez y parte”.
Esta recomendación de
los responsables del estudio viene nuevamente reiterada cuando en el propio
informe se identifica como el aspecto clave en la optimización de la gestión de
riesgos, la demanda de las partes interesadas respecto de la participación de
la función de auditoría interna en la toma de decisiones; aspecto que insistimos
no compartimos, puesto que situaría a los auditores internos en un contexto que
no nos corresponde, ya que invadiríamos zonas de actuación que nos están
vedadas.
Pero en el estudio no
solo se incluye este deseo, ya que: Sus
resultados ponen en evidencia que las
expectativas de los stakeholders han aumentado con respecto a áreas en las que
tradicionalmente la función de auditoría interna no se había fijado –tales como el talento y
el capital humano, la introducción de nuevos productos y la incertidumbre económica–.Lo que
permitiría concluir en que los auditores internos no están concentrándose en
las áreas que debería o aportando los
resultados que los stakeholders esperan en las áreas de riesgo más críticas. El
diálogo permanente entre estos dos grupos es fundamental para garantizar que la
función de auditoría interna dirija su atención y los recursos adecuados a las
áreas más alineadas con las expectativas de los stakeholders. Perfecto, lo
suscribimos; pero con un matiz. Que este nuevo enfoque no sea ceteris paribus, es decir, un añadido a
lo que estamos haciendo sin que cambie nada más, pues entonces la ecuación no
nos sale, puesto que si los recursos son los mismos y debemos atender otras
prioridades, tendremos que enfocar nuestro esfuerzo a los procesos que se
deriven del nuevo ranking de los riesgos,
pero abandonando parte de los tradicionales que se venían gestionando en los
Planes Anuales de Auditoría, ya que, como dijo en su momento un famoso torero
español: “Lo que no puede ser, no puede ser, y es que además es imposible”.
Por ello, echamos en
falta en la encuesta remitida a las partes interesadas la pregunta correspondiente
a si entendían suficientes los recursos habilitados a las Unidades de Auditoría
para atender todas las demandas que pudiesen realizarles, y si estarían de
acuerdo, en el supuesto que la respuesta fuese negativa, en potenciarlos
convenientemente.
Con estos comentarios
no pretendemos dudar de la conveniencia de re-enfocar la actividad de las
auditorías internas, sino la de poner de manifiesto las limitaciones que
podríamos tener a la hora de implementar la recomendada reconversión que, en
términos generales, parece ser se necesita nuestra función para conseguir un
adecuado alineamiento con las demandas de las partes interesadas.
Limitaciones que
podrían ser un riesgo en el adecuado desarrollo del nuevo proceso, para lo cual
habría que adoptar los controles que sean pertinentes, por ejemplo: más y
diferentes recursos, lo que, en determinadas circunstancias, como las actuales
marcadas por una crisis importante, pudiese ser difícil consecución.
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