Jesús
Aisa Diez
Es evidente que conseguir una adecuada aportación
de valor por parte de las auditorías internas precisa que la
planificación de su actividad sea apropiada; motivo por el que El Marco
Internacional para la Práctica profesional de la Auditoría Interna recoge,
en su Norma 2010, que los Directores de las Unidades de Auditoría Interna deben
establecer su plan de trabajo basado en riesgos, a fin de determinar las
prioridades de la actividad a desarrollar; aclarando que dichos planes han de
ser consistentes con las metas de la Organización.
Requerimiento que es ampliado en los Consejos para
la Práctica CP 2010-1 y el CP 2010-2, los cuales describen pormenorizadamente
cómo debemos actuar para enlazar el Plan de Auditoría con los riesgos y demás
exposiciones que puedan afectar a las Organizaciones.
Partiendo de esta exigencia normativa, quizás
resultara apropiado que precisemos que debemos entender por Plan. En mi opinión
una forma acertada de describirlo es aquella que los define como: Documento
que contempla en forma ordenada y coherente las metas y objetivos que se
quieren lograr, con indicación de los instrumentos, mecanismos y acciones que
se utilizarán para llegar a los fines deseados.
De acuerdo con ello, los Planes de Auditoría no
solo deben reseñar los entes auditables que serán objeto de análisis a lo largo
del periodo considerado, sino que han de incluir adicionalmente toda la
información complementaria con la que los responsables de su aprobación (la
alta dirección y el Directorio) puedan entender adecuadamente: (i) qué
es exactamente lo que el Director de Auditoría Interna les propone acometer,
(ii) el alcance de los distintos trabajos seleccionados, (iii) los factores que
motivan su inclusión en el Plan, es decir los porqué de la
conveniencia de incidir sobre ellos, aclarando si son consecuencia del
resultado de la gestión de riesgos empresariales, de solicitudes expresas de
las partes interesadas o cualesquiera otra razón.
Identificado el qué pretendemos hacer, así
como el porqué, nos quedaría todavía por informar del con quién.
Es decir, los recursos que vamos a necesitar para acometer dicho Plan de
trabajo, a fin de que sean habilitados, si así se considerase adecuado, por los
responsables de aprobar dicho Plan.
Admitida la oportunidad de actuar según lo
indicado, hay un aspecto que no podemos ignorar, y es que los recursos
disponibles son limitados, por lo que será probable que en determinadas
condiciones no se puedan atender plenamente las peticiones de medios efectuada,
o lo que es lo mismo de aceptación íntegra del Plan de trabajo propuesto,
viéndose entonces el Director de Auditoría en la necesidad de recortar sus
pretensiones de trabajo, ajustando estas a las posibilidades reales de
actuación. En este supuesto el Director de Auditoría Interna debería reconocer
explícitamente la incidencia que pudiera derivarse de esta limitación de
recursos, a fin de que quienes cuestionaron su aprobación compartan, en su
caso, la responsabilidad que les pudiera corresponder si la decisión resultase
finalmente desacertada.
Otra buena práctica que entendemos recomendable
sugerir para el diseño y presentación del Plan auditor, es el de estructurarlo
de forma que puedan observarse fácilmente los aspectos más significativos
atendidos por el mismo. Es decir:
En primer lugar, y dado que será una de las partes
con mayor calado informativo que debiéramos tener en consideración, proponemos
que las acciones a realizar se agrupen según los objetivos a cubrir. Tales
como:
- Actividad auditora prevista;
- Colaboraciones o consultorías a atender;
- Trabajos especiales a atender a requerimiento de los reguladores ;
- Seguimiento de recomendaciones a efectuar;
- Plan de Formación a desarrollar;
- Labores administrativas, asistencia a Comités, …
- Programa de aseguramiento y mejora de la calidad de la función estimado;
- Rotación prevista de auditores en áreas operativas;
- Etcétera.
Cada uno de estos sub-apartados debería estar
desglosado en las distintas acciones específicas incorporadas en cada uno de
ellos, recogiendo el detalle de los respectivos entes auditables, así como su
alcance y recursos estimados para su ejecución. (Obviamente el detalle de estos
datos deben ubicarse en un anexo del propio Plan, de forma que estén en disposición
de los responsables de su aprobación, pero sin que su enumeración
pormenorizada pueda dificultar una lectura ágil del cuerpo principal del
borrador del Plan sometido a probación).
En segundo lugar entendemos que deberían aparecer destacados en el mencionado
cuerpo principal del borrador del Plan, los recursos totales necesarios versus
los disponibles; así como el porcentaje de entes auditables que se pretenden
atender con las auditorías previstas según el ranking de la importancia de los
riesgos existentes en cada uno de ellos. (Por ejemplo: 100% de los entes con
posibilidad de riesgos extremos, 80% con riesgos altos, 30% con riesgos
moderados, 5% con riesgos bajos,…), pero también el porcentaje de
requerimientos recibidos de los Supervisores/Reguladores dispuestos a atender,
y el número de las demandas de apoyo de las gerencias que hayan sido
consideradas, señalando en estos dos últimos casos las razones que pudieran
existir para no atender su totalidad.
Otro aspecto que debiera señalarse es el correspondiente a la
coordinación con los otros proveedores de aseguramiento efectuada,
identificando aquellos trabajos excluidos del Plan debido a que serán
aprovechados los realizados por dichos proveedores, evidenciando así el
esfuerzo de maximización de la eficiencia global.
También consideramos como una buena práctica el de enumerar los
beneficios de todo tipo que se esperen como consecuencia de la actividad
planificada. Tal cómo: Obtención del certificado de calidad al que se piense
someter a la actividad, obtención de certificaciones profesionales para un
número de auditores, grado de incremento de la mecanización de la actividad,
ahorros de costes como consecuencia del empleo de auditorías a distancia, descuentos
por volumen o penalizaciones aplicables por los resultados esperados de la
verificación del proceso de compras a realizar, mejora de precios estimados
derivados de la revisión del proceso de adjudicaciones, minoración estimada de
los fraudes, incrementos de los ingresos por revisión del proceso de
facturación, etcétera, etcétera. Es decir, y hasta donde seamos capaces de
identificar, aquellos beneficios derivados de la actividad auditora, lo que nos
permitirá incidir en la idea de que el control no es un coste para las
organizaciones, ya que se suele autofinanciar.
Es indudable que el nivel de desglose que proponemos, “complicará” la
elaboración del Plan de Auditoría, pero estamos convencidos que este
inconveniente se verá recompensado por las ventajas, de todo tipo, que podremos
obtener al informar adecuadamente, entre ellas el posible reconocimiento del
esfuerzo de transparencia efectuado, con el que posibilitar una toma de
decisiones debidamente documentada.
Artículo Publicado en el Blog:
Auditoría Interna del Siglo XXI
http://auditoriainternasiglo21.blogspot.com.es/
Jesús Aisa Díez Ex-Subdirector
General Corporativo de Auditoría Interna de Telefónica SA. Director Proyectos
de Evaluaciones de Calidad del IAI España. Director Técnico de FSH
Consulting.
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Como hacer para que el Auditor de una compañia involucre a sus colaboradores en la realiazación del plan anual. Algun articulo que me recomienden?
ResponderEliminarEl desarrollo de planes de auditoría basados en riesgos es uno de los temas más tratados en el Blog, a continuación encontraras algunos artículos sobre ese tema:
ResponderEliminarhttp://nahunfrett.blogspot.com/2012/11/plan-anual-de-auditoria-basada-en.html
http://nahunfrett.blogspot.com/2012/12/ejemplo-de-un-plan-anual-de-auditoria.html
http://nahunfrett.blogspot.com/2012/04/plan-de-auditoria-basado-en-riesgos.html
http://nahunfrett.blogspot.com/2012/10/normas-para-una-auditoria-basada-en.html