Por Pablo G. Fudim (CPA; CIA; CRMA; QAS)*
En la actualidad y a partir de los análisis de las principales metodologías internacionales de Administración de Riesgos (COSO-ERM; BASILEA 2 Y 3, ISO 31.000), así como en los modelos de diseño de estructuras de Control Interno (COSO 2013), incluso al considerar los objetivos de los modelos en general, y la función del alineamiento organizacional que forma parte de la actividad de Auditoria Interna, existe una ausencia de discusión de cuál es el rol de la cultura organizacional en la administración de riesgos y estructuras de control interno.
Esta falencia en principio podría ser causada
por un conocimiento limitado por parte de los profesionales de ciencias
económicas de los factores blandos que gobiernan las organizaciones. Por ello,
debemos considerar una perspectiva diferente y multidisciplinaria, y asumir que
la cultura está constituida por las creencias
y tradiciones que rigen la conducta de las personas. Es la síntesis de todas
las variables del liderazgo y, de esta manera, genera una acción en función de
un canon cultural.
En las metodologías antes mencionadas, la
cultura es uno de los componentes, es decir, está subordinada a diferentes
objetivos. En mi experiencia, sin embargo, considero que es una variable
esencial para la consecución de los objetivos organizacionales, derribando los paradigmas
vigentes.
Si la estrategia es el primer objetivo de un
modelo de administración de riesgos (COSO-ERM)
y la estrategia es el todo o el objetivo más importante de las actividades
organizacionales, entonces, ¿cuál de las dos es más importante? Peter Drucker
afirmó: "La cultura se come a la estrategia para el desayuno". Si esta
es tan importante, ¿por qué no se encuentra incluida en la Matriz de Estrategia
Competitiva de Michael Porter? Efectivamente, en ninguna de las metodologías
analizadas se incluye este objetivo. No consideramos la cultura en el análisis
estratégico o el Modelo de cinco Fuerzas de Porter, tampoco en el modelo COSO 2013, BASILEA 2 y 3, etc. No obstante, la consideramos en los análisis
de riesgo externo o interno (ISO 31.000;
COSO-ERM; entre otros). ¡Qué paradoja!
Considero entonces oportuno señalar que es necesario un nuevo marco de referencia. Como ejemplo, en la General Electric (GE) gestionada por J. Welch, la estrategia consistió en "ser el número 1 o 2 en cualquier negocio que operaran".
Para Michael Porter, esto ni siquiera es una
estrategia. Solamente sí constituye la base de
una cultura del triunfo. La determinación de ganar infunde el espíritu del
éxito que todos disfrutan. Con la cultura del
triunfo el foco está puesto en el talento y el crecimiento, y en el valor de la
diferenciación. Adicionalmente, la cultura de GE contaba con el valor de la
franqueza y la globalización. Entonces, ¿cuál fue el secreto detrás del éxito
de GE? ¿Una ventaja competitiva estratégica en cada uno de sus negocios? El
verdadero diferenciador fue la cultura del triunfo, común a todos y, gracias a
eso, Welch construyó una organización increíblemente exitosa.
Debemos reconocer que el tono o acervo cultural ser un objetivo de la Dirección Superior y elemento fundamental en un modelo de gobierno corporativo, gestión de riesgos y control. En este sentido es primordial que el diseño del modelo cultural, la inducción y los procesos de capacitación y desarrollo de las personas promuevan el afianzamiento de la cultura corporativa, con el apuntalamiento del área de Auditoria Interna, para que esta área ejecute herramientas y metodologías que permitan monitorearla permanentemente.
Si consideramos que la función de Auditoria
Interna es una herramienta para el alineamiento organizacional, los
profesionales involucrados deben dominar conceptos multidisciplinarios que les
permitan acercarse a la problemática de las conductas humanas y a los modelos
de pensamiento, asegurando que la pertenencia cultural determine las políticas
de gestión organizacional.
De esta forma, es posible ampliar las
estructuras de control y modelos de administración de riesgos en base a una
cultura de autocontrol por parte de los colaboradores, y a la permanente
evaluación individual de sus actividades, objetivos y riesgos relacionados. Estos esquemas generan conductas proactivas
que, en un corto tiempo, pueden ser asimiladas al modelo cultural
organizacional, regidas por la regla de las 5 E (Economía, Eficacia, Eficiencia, Ética y Ecología).
(*) El autor es
Contador Público (UBA) posee una Maestría en Inteligencia y Estrategia
(Universidad Nacional de la Plata-Escuela Nacional de Inteligencia), es CIA -
Certified Internal Auditor (Instituto de Auditores Internos; IIA); CRMA -
Certified Risk Manager Assesment (Instituto de Auditores Internos; IIA) es QAR
Quality Assurance Reviewer (Instituto de Auditores Internos; IIA) y tiene un
Postgrado en Reglas Internacionales contra la Corrupción (Universidad Católica
Argentina). es Chief Technical Officer de Santa Fe Associates International y
como Consultor Independiente es contratado por varios proyectos de
fortalecimiento institucional en Latino América, financiados por USAID; BID y
BM. ExGerente de Auditoria Interna
IBGSA., Ex Gerente Senior de IFPC-IGI, Ex Consultor Senior de KPMG entre otros,
lleva más de 25 años en la Actividad de Auditoria Interna, Evaluación de
Riesgos y Controles. Su email es pfudim@consejo.org.ar
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Hola!
ResponderEliminarExquisito articulo. Añadiéndole, con su permiso, dentro de los marcos de referencia estratégicos, también CobiT hace alusión a que la cultura organizacional es un punto clave para lograr el éxito empresarial. Estoy completamente de acuerdo en que los AI enfoquemos esfuerzos en analizar los modelos de pensamiento de las empresas a las que prestamos servicios. Al igual, corroboro en que la cultura es un factor primordial dentro del éxito de una empresa, pero a veces pasa desapercibido; sin embargo, si pensamos en algo tan intrínseco como que las empresas las componen seres humanos y no modelos de negocio, tal vez la cosa fuera distinta y estuviera más a la vista como concepto. Personalmente, es un punto me gusta abarcar dentro de las auditorías, ya que me ayuda a conocer mejor a los auditados y al mismo tiempo me sirve de argumento para promover el autocontrol a través de las recomendaciones. Saludos, Manuel D. Núñez