Por Guillermo Casal
Introducción
Durante muchos años, la pregunta del título me dio vueltas en la cabeza sin encontrarle respuesta. (Algunos malintencionados dirían que, efectivamente, había allí espacio suficiente...).
Lo que advertía, como tantos otros auditores internos
(y seguramente externos también) era una paradoja. Alguien nos contrataba para
auditar, evaluar profesional y fundamentadamente una gestión. Luego, cuando
nuestros informes contradecían lo que esa persona hubiera querido escuchar, se
enfurecía y pretendía forzar las circunstancias para que nuestro reporte se
ajustara a sus deseos y no a los hechos......
Concluí mi trayectoria como auditor interno después de
veinte años en los cuales fui desde semi-senior hasta director de auditoría. La
paradoja permaneció conmigo, irresuelta.
Después de eso, viajé a los Estados Unidos para hacer
una auditoría de cumplimiento en la prevención del lavado de activos. El
objetivo de este trabajo era examinar los procesos y control interno de una
casa de cambios estadounidense, para identificar si existían brechas que
pudieran ser aprovechadas por potenciales lavadores para victimizar a la
entidad. Bajo la ley estadounidense, existe la figura de “ceguera voluntaria”,
por la cual los administradores deben demostrar su diligencia para prevenir y
detectar estas circunstancias.
Detectamos el caso de un ciudadano senegalés que había
hecho más de trescientas auto-transferencias entre Nueva York y Dakar en el
transcurso de un año calendario. Es decir, supuestamente se enviaba a sí mismo
dinero desde Nueva York para recogerlo en Dakar. Esta operación no es
sospechosa si se realiza ocasionalmente, pero la frecuencia con que este
individuo la realizaba hacía ver que era materialmente imposible que viajara
tanto. Evidentemente, alguien recibía el dinero en Dakar utilizando su nombre,
y así se ocultaba el nombre de quienes realmente intervenían en la transacción.
La casa de cambios debió haber reportado estas operaciones
como sospechosas de lavado de dinero, y eventualmente negarse a atender al
cliente sospechoso luego de cierto tiempo.
La noche anterior a presentar este hallazgo a la
vicepresidente de finanzas de la casa de cambios estaba inquieto. De acuerdo con
mi experiencia de tantos años ella iba a irritarse, defenderse y negar
cualquier responsabilidad. Según mi punto de vista el cobro de nuestros
honorarios, el mantenimiento del cliente y mi propio trabajo estaban en
peligro.....Con esos pensamientos me fui a dormir. La noche fue literalmente
una pesadilla.
A la mañana siguiente, cuando presentamos el informe,
ella validó metódicamente la veracidad de la evidencia presentada. Una vez
satisfecha, y con una sonrisa de oreja a oreja dijo, “ ¡ Bendito sea Dios! .En
dos semanas más tengo una inspección gubernamental y si esto lo hubieran
detectado ellos yo hubiera terminado seguramente acusada de “ceguera
voluntaria”. Ya mismo corrijo esto. Buen trabajo.”
Quedé petrificado. ¿Es que ella quería realmente
auditores que le dijeran la verdad y le marcaran errores cuando estos existían?
¿Auditores objetivos? En mi experiencia pasada, esto no me había sucedido.....
Formulación conceptual de los perfiles de auditoría interna y auditores
internos
Primeramente, debemos diferenciar entre el perfil de un auditor en tanto
individuo, y el perfil de un departamento o equipo de auditoría interna. Así
como el equipo puede reunir colectivamente atributos que ningún integrante
individualmente posee en su totalidad, puede ser que el perfil del departamento
sea diferente del de algunos de sus integrantes. Generalmente, el perfil
actitudinal del equipo de auditoría interna será el de quien conduce la unidad,
el DEA – director ejecutivo de auditoría. Pero, inadvertidamente, algún o
algunos subalternos pueden ponerle una “cáscara de banana”, y sesgar su juicio.
Después de todo, los auditores son los “ojos y oídos” del DEA.
La segunda aclaración pertinente es recordar el sabio aserto: “toda
discusión que se prolongue lo suficiente deviene semántica”. El uso de las
palabras encierra el riesgo de que bajo el uso de la misma expresión estemos
hablando de conceptos diferentes. Los vocablos “auditoría interna y auditor
interno” no escapan a esta circunstancia.
¿Qué dirán los Presidentes de compañías cuando hablan de sus auditores
internos?
Vinculado con los dos comentarios precedentes, podemos imaginar una
reunión en la cual los Presidentes de compañías se reúnen para hablar de sus
empresas. Llegado el momento de hablar de sus equipos de auditoría interna,
comentarían:
Presidente 1. Estoy muy conforme
con mi equipo de auditoría interna. Detectaron un faltante de varios millones
en mercaderías, identificaron a los responsables e impulsaron acciones legales
que dejaron a todos ellos entre rejas.
Presidente 2. Yo no estaría
conforme con eso. ¿Te habían advertido anteriormente de fallas en el control
del depósito? ¿Y en los sistemas informáticos que administran existencias? ¿Y
en el reclutamiento de personal?
Presidente 3. Después de todo,
quizás tus auditores hayan querido tapar sus propias negligencias y omisiones
anteriores.....
Primer perfil de los auditores internos: “perro asesino”
En todo ser humano, y en toda organización constituida por seres humanos,
conviven un ángel y un demonio. A poco que un Presidente de compañía intenta
gestionarla, advierte que la gestión se degrada por estos vicios de los seres
humanos: fraude, vagancia, mentiras.....
El auditor “perro asesino” es entonces contratado para remediar estos
males: identificar y perseguir ladrones, vagos y mentirosos. Como todo perro
asesino, tiene sus limitaciones. Si el amo le ordena atacar a un ladrón armado,
lo desarma y en su caso, lo mata.
Pero si el amo le ordena atacar al niño de al lado que ingresó a buscar
la pelota que cayó en nuestro patio, el perro asesino le infiere heridas
mortales......
El perro asesino no sabe, ni le interesa demasiado, discernir entre
ladrones y niños. Para eso confía en su amo. Tampoco puede ayudar demasiado a
su amo en cuestiones que involucren buen criterio: ¿por qué nos roban tan
seguido? ¿no será mejor reforzar la seguridad con rejas y otras medidas en
lugar de estar corriendo ladrones todo el tiempo?
Al poco tiempo, el amo advierte que el perro asesino es un nuevo
problema......
Segundo perfil de los auditores internos “perro faldero”
Después de un par de niños atacados por su auditor “perro asesino”, el
amo, o sea el Presidente de la compañía, decide reemplazarlo por otro perfil.
Después de todo, las causas judiciales emprendidas por los padres de los niños
van contra el dueño del perro asesino y no contra el perro.....
Así hace su aparición el “perro faldero”. Para este auditor, hay varias
cosas que le están vedadas:
• Puede recomendar mejoras pero no puede criticar gestión. Obviamente,
recomendar que algo mejore sin poder demostrar que está mal no deja margen para
tomar una decisión racional. Sus informes no son completos, objetivos, ni
equitativos. Si el auditado está de acuerdo en implementar sus recomendaciones,
lo hace. De lo contrario, no. El “perro faldero”. Tiene buen criterio pero no
puede morder, ni siquiera gruñir.....La gestión de la organización deviene en
una laxitud atroz.
• ¡Ni se le vaya a ocurrir al “perro faldero”. Sugerir que puede haber
fraude! Después de todo, fue por eso que el anterior “perro asesino” fue
sacrificado. Así es que el “perro faldero” invierte horas, días, meses y hasta
años en explorar mejoras al control interno con los delincuentes que están
robándole a la compañía.....Y si no logra resultados, es apremiado por el
Presidente de la compañía que lo incita a usar más persuasión. El faldero mueve
frenéticamente la cola, corre y ladra. Pero como no puede gruñir ni morder, el fraude
prospera como mosquitos en verano......
El auditor interno del siglo XXI. El “perro sabueso”
El sabueso es un perro que ayuda a seguir el rastro correcto. Ejercita
el juicio, y por tanto es más eficaz que un perro asesino. Y tiene el prestigio
de que se confíe en su olfato, y por tanto es inmensamente más útil que el
complaciente perro faldero.
El auditor interno de los tiempos actuales tiene que ser un profesional
con amplia formación gerencial. No se puede aportar valor evaluando temas que
desconoce, tratando de aprender del auditado o agrediéndolo para que él o ella
adviertan que el auditor está perdido y no sabe qué hacer.
“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Si hay fraude,
hay fraude y la acción correctiva debe orientarse en ese sentido. Pero si hay
ineficiencia hay que emprender acciones radicalmente distintas. El sabueso debe
saber determinar, ante un desvío, cuanto hay de fraude y cuanto de negligencia.
Y el sabueso no muerde al ladrón, lo pone cara a cara con los policías. El
sabueso no investiga por sí solo los fraudes, lo hace en equipo con los
especialistas.
Conclusiones – la reconversión que urgentemente debemos emprender
Es altamente probable que los auditores y equipos de auditoría interna
actuales respondan más al arquetipo “perro asesino” o “perro faldero”, y sólo
en muy pequeña cantidad al modelo “perro sabueso”.
La reconversión es urgente. Pero uno de los peores errores que podemos
cometer es tratar de convertir a los “perros asesinos” en falderos, o
viceversa. No está en su naturaleza, y no va a servir para nada, según surge de
lo ya comentado.
Habrá que entrenar el olfato de ambos, falderos y asesinos. Después de
todo, todos los perros tienen olfato.
Habrá que moderar el impulso agresivo de los perros asesinos.
Explicarles que pueden acorralar a los ladrones y gruñirles, pero ya no
morderlos.
Y habrá que ver si se puede lograr que los falderos
tengan valor y credibilidad para acorralar y gruñir. Personalmente, esto último
me parece lo más difícil de lograr.
¿Te ha gustado
el post? ¡Compártelo con otro auditor interno!
Excelente artículo. Como pan nuestro de cada día, creo que casi todo auditor interno, que tiene cierta experiencia de campo, a través del tiempo le ha llegado esa inquietud a la cabeza. Adicionalmente, excelente consejo y motivación. Saludos, ManuelD.
ResponderEliminarSin lugar a dudas, Manuel que este artículo nos deja a todos los auditores internos una gran enseñasa sobre una de las principales preocupaciones de nuestra profesión. Gracias por tu comentario. Saludos,
EliminarGracias Manuel por el comentario y Nahun por publicarlo
EliminarEs genial como se pone de manifiesto cuando no se quiere ver la realidad, cuando muchas veces se hace la contratacion de auditorias solo por cumplir con regulaciones y no por la verdadera fuerza interna de la mejora.
ResponderEliminarY como el perfil del auditor termina siendo el que el responsable de la compañia necesita, segun su momento.
Un gran aporte,
Gracias,
Que buen artículo me ha encantado, me ha fascinado, es más! me atrevo a relacionar este artículo con el de las características que todo auditor debe tener: http://nahunfrett.blogspot.com/2014/04/bushido-7-caracteristicas-que-todo.html; si hacemos una matriz entre cada característica, cada tipo de perro y les damos unos pesos/indicadores, veremos que los tres perros encajan perfectamente en las características. A ello podría decir que el perro sabueso se acercaría mas a ser un zamurai.
ResponderEliminarGracias por su aporte Don Guillermo,
Saludos
Realmente muy buen artículo, y que deja una enseñanza y en mi caso me dejó pensando.
ResponderEliminarComo siempre excelente Guillermo. Gracias Nahun por compartirlo
ResponderEliminar