Cosme Belmonte
En estos últimos tiempos se ha visto como diferentes acontecimientos llevaron a la auditoria interna a cambiar su rol, adaptándose permanentemente a las diferentes necesidades que el entorno le fue exigiendo.
Tradicionalmente a los auditores internos se los consideraba como “inspectores” que solo buscaban errores o investigaban situaciones acaecidas para denunciarlas en sus informes. Actualmente son vistos como un importante integrante dentro de la organización, asesor de confianza, que colabora con el logro de los objetivos estratégicos definidos por la Dirección.
Ello fue y es el resultado de varias situaciones que han ocurrido en estos últimos años, como la globalización y los avances tecnológicos y organizativos, y algunas adversas como colapsos económicos, malas prácticas empresariales, fraudes corporativos, que dieron lugar a nuevos marcos regulatorios, a cambios en la gestión de riesgos, a la implementación de mejores prácticas, que afectaron y continuarán afectando, a la profesión de auditoria interna, la que permanentemente tendrá que adecuar su accionar a las nuevas exigencias.
Es por ello que su ámbito de actuación fue mutando hasta la actualidad, donde hoy a la Auditoria se la considera como una actividad independiente y objetiva de aseguramiento y consulta, concebida para añadir valor y mejorar las operaciones de una organización. Colabora con ella en cumplir sus objetivos, aportando un enfoque sistemático y disciplinado para evaluar y mejorar la efectividad de los procesos de gestión de riesgos, control y gobierno (The Institute of Internal Auditors).
De acuerdo a los cambios que en las últimas décadas tuvieron las organizaciones, éstas requieren de otro tipo de respuesta y anticipación de las actividades por parte de la auditoría interna, buscando la prevención de situaciones desfavorables. Es por esto que los planes de revisión deben ser basados en riesgos, a fin de determinar la prioridad de las actividades a desarrollar por los auditores, considerando factores tanto internos como externos que puedan impedir que la organización cumpla con sus objetivos.
El rol del Auditor Interno (AI) es cada vez más amplio y las exigencias de negocio actuales conllevan a que la capacidad técnica y la independencia de los profesionales de la auditoría interna constituyan una fuente de información fiable y objetiva que ayude a la gestión de la dirección, asumiendo el papel de guardián de las actividades de gobierno corporativo, velando por la integridad, la ética y la transparencia.
Mientras que esto seguramente representa buenas noticias para la actividad de auditoria interna, de algún modo también genera nuevos retos, en ocasiones un tanto incómodos, entre los cuales está el asegurarse de que el AI cuente con las habilidades que se requieren, a fin de poder cumplir con este nuevo rol.
Lo que los profesionales de AI necesitan hacer ahora es encontrar la forma de esparcir su mezcla particular de habilidades, basadas en control y riesgo, para ayudar a la organización a alcanzar sus objetivos estratégicos y, de ese modo, posibilitar la creación de valor.
Modificar de orientación, a fin de incluir el método de creación de valor, exige un cambio en el enfoque de auditoría y un requerimiento correspondiente para que los equipos de AI desarrollen y/o adquieran nuevas habilidades mediante la capacitación, contratación de nuevo personal o la subcontratación de talentos específicos.
La Auditoría Interna debe tener un enfoque más cercano al “risk Management” y el control interno, con un enfoque basado en riesgos, que le permita asumir una función preventiva, eficiente, equitativa y trasparente, y ser percibida como un verdadero apoyo para la Alta Gerencia en la toma de decisiones estratégicas.
El rol del auditor migró al pasar de ser reactivo, validando un “check list”, para pasar a ofrecer informes de hallazgos de faltas, fallas o desvíos en la ejecución de los procesos, asignando responsabilidades para anticiparse en propuestas de aseguramiento y mejoramiento de las entidades a las que auditan, siendo hoy un asesor que va a recomendar, sin perder su independencia crítica.
Este cambio aporta un impacto humano favorable que incide en el clima laboral de las organizaciones y de su propia imagen.
De esta manera los auditores colaboran en el fortalecimiento y trasparencia en el mundo de los negocios, venciendo al fraude y a la corrupción público-privada que afecta el desarrollo eficiente y equilibrado de los mercados y de la gestión pública.
Una forma efectiva de coadyuvar a lograr y mejorar este nuevo rol es implementando programas de aseguramiento de eficacia de la práctica, que incluyan no sólo evaluaciones internas sino también externas.
La atención debe estar centrada en poder medir si su rol es realmente efectivo y si cubre las expectativas de la Dirección y del Comité de Auditoría, al cual se le presta servicio en lo referido a valor agregado, practicidad y pertinencia.
Además, interiorizarse si se cuenta con equipos de auditores internos idóneos y expertos, que cumplan con las competencias requeridas para ejercer sus funciones. Así como también, verificar la validez de las metodologías, herramientas y técnicas que aplican en su área.
Hay que considerar que no se puede mejorar lo que no se mide, de ahí la importancia de definir indicadores de gestión para medir sus propios procesos, que le permitan evaluar la organización y el funcionamiento de su propia área, conocer el nivel de desempeño de su equipo de auditores y la percepción que la organización tiene sobre el área a su cargo.
Como conclusión, si se quiere mejorar la eficacia y desempeñar en forma efectiva la función de auditoría, hay que determinar si se cumple con lo establecido por el Estatuto de Auditoría Interna, si cubren las expectativas de la Dirección y del Comité de Auditoría, si se cumple correctamente con el Código de Ética de la profesión y si se da cumplimiento a los estándares fijados por The Institute of Internal Auditors (IIA) para evaluaciones de calidad QA, aplicando el marco normativo internacional para la práctica profesional de la AI, a través de evaluaciones periódicas de calidad, tanto internas como externas.
Cosme Belmonte – Presidente del Instituto de Auditores Internos de Argentina y Subgerente General del Banco de la Nación Argentina.
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Excelente artículo!!!
ResponderEliminarmuy bueno!!!
ResponderEliminarExcelente el articulo
ResponderEliminarMuy buen articulo.
ResponderEliminarBuenos articulo
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