Albert Salvador Lafuente
El entorno legislativo en el que la empresa desarrolla
sus actividades es cada vez más abundante y complejo. El nivel de beligerancia
de las autoridades y organismos regulatorios es cada vez mayor y el impacto de
la regulación es más intenso que nunca.
Por ello, y por los recientes escándalos societarios y
el innegable incremento de la sensibilidad social respecto de la “ética de los negocios”, un mayor número de organizaciones públicas y
privadas internalizan estándares éticos y legales como protocolos de buen
gobierno de obligado cumplimiento. Los riesgos a prevenir son aquellos que
conllevan consecuencias como el daño reputacional, la imposición de multas y
sanciones, consecuencias penales, las pérdidas de negocio por contratos no
ejecutables o la exclusión de licitaciones o subvenciones públicas, entre
otras. Es por ello la necesidad de implementar programas de Compliance.
¿Qué se está haciendo?
Las empresas de mayor tamaño han sido las primeras en
implementar la función de cumplimento en sus organizaciones.
El 78% de las empresas de más de 5.000 empleados
cuentan con una función de Compliance, mientras que este porcentaje se reduce
al 38% en las empresas de menos de 5.000 empleados.
Así pues, una prioridad de las empresas es implementar
un sistema de gestión de riesgos corporativos eficaz, donde se plantea el
concepto de integración e
implicación de la totalidad de la organización en la gestión de riesgo.
Es este sentido y fruto de las exigencias legales y
del mercado, y me gustaría creer que también por un cambio en la cultura
empresarial -importada del mundo anglosajon-, son cada vez más las empresas que
están implementado sistemas de gestión y prevención de riesgos.
¿Qué ventajas aporta para las organizaciones tener un
sistema de compliance?
Muchos son los beneficios de tener implementado un
sistema de cumplimiento, más allá de dar respuesta a una auto exigencia
empresarial, como debería ser la de actuar de manera ética y responsable,
aplicando los valores propios del ser humano.
Mejoras internas de control. A través de los programas
de compliance, se identifican y valoran las situaciones de riesgo a las que
están expuestas las organizaciones, permitiendo evaluar los diferentes
procesos, departamentos y áreas de actividad en cuestión de riesgos, así como
la eficiencia de los controles existentes. Todo ello permite a las organizaciones
implementar medidas correctoras para mitigar aquellos riesgos que excedan de
los umbrales a los que cada organización está dispuesta a asumir, en función de
sus políticas internas.
Mayor reputación y competitividad. Si comparamos
nuestra organización con nuestra competencia y esta no toma medidas en materia
de Compliance, nos iremos convertirnos en una empresa fiable y
sostenible, que genera confianza en el consumidor y proveedores y aumentará
nuestra rentabilidad y buena imagen corporativa.
Imprescindible si se pretende crecer e
internacionalizarse. Muchos países no establecerán relaciones comerciales con
empresas que no tengan modelos de cumplimiento, sencillamente porque ellos
están inmersos en un comercio internacional, que así se lo exige.
Evitar el fraude interno. El establecimiento de
políticas, procedimientos y procesos, con sus respectivos protocolos, supone un
mayor control sobre lo que sucede dentro de la propia organización, evitando
con ello el fraude interno, las “desviaciones” indeseadas de materia prima, de
ventas a clientes de dudosa reputación o por debajo del precio de coste,
compras ficticias de productos o servicios y, en definitiva, un sinfín de
situaciones fraudulentas que perjudican seriamente la cuenta de resultados.
Evitar sanciones judiciales y administrativas. Los
modelos de Compliance analizan en profundidad y de forma individualizada para
cada sujeto sus obligaciones y promueva su cumplimiento, evitando de esta
manera sanciones tanto de los diferentes ámbitos jurídicos, como de otros
organismos públicos con potestades sancionadoras
Desde la World Compliance Association, consideramos que aquellas organizaciones,
independientemente de su tamaño, que dispongan de sistemas de prevención y
gestión de riesgos, van a ser mucho más competitivas en un mercado cada vez más
exigente y éticamente más responsable.
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