Martha Cadavid, CAMS, CFE, AML
El ser humano es impredecible. Aunque ésta frese es
trillada o de cajón, tiene mucho de cierto. El comportamiento humano no deja de
sorprender y más aún cuando se refiere a un perpetrador y la comisión de un
fraude.
El análisis de los perpetradores conlleva a la más
fascinante contemplación sobre conductas humanas que se repiten de diversas
formas y en muchas ocasiones pasan inadvertidas por sus manifestaciones
egocéntricas, maliciosas y servilistas. Sin embargo, hay un grupo de
perpetradores que rompe con los esquemas tradicionales y sobresale por su
discurso ético, de total entrega y consagración, cuyo objetivo es acaparar la
atención y atraer adeptos para alimentar su ego y de paso sacar provecho de sus
víctimas de la forma más cruel. A este grupo de perpetradores lo llamamos
Predicadores. Lo que más llama la atención de este selecto grupo de
perpetradores es la capacidad de desaparecer sin escrúpulos tan pronto su
objetivo se ha cumplido.
La asombrosa historia de los Johatsu es un micro
documental creado por Marginal Media. Este documental se basa sobre cierta
población en Japón que después de un evento específico en sus vidas desean
evaporarse del país, desaparecer de las bases de datos, o vivir en el completo anonimato.
Entre los eventos fortuitos que obligan a este tipo de personas en Japón
comprenden la pérdida del honor, la situación económica o problemas judiciales.
Igualmente, las tragedias o catástrofes naturales son
mecanismos para evaporarse del mundo real, renunciar a la actual entidad y
comenzar una nueva vida que incluso implica la interacción con otros grupos de
personas, nuevos lazos familiares y la creación de otros vínculos laborales.
Sólo basta con escuchar las historias de funcionarios que han participado en
los censos poblacionales en diversas tragedias donde algunas víctimas solicitan
no aparecer como sobrevivientes para retirarse del lugar sin más preavisos y
dejar atrás deudas, relaciones poco gratas y quizás un pasado criminal.
Los perpetradores clasificados como Predicadores
tienen la habilidad de crear su recomienzo y según ellos rehacer sus vidas con
valentía con las cenizas tal como sucedió con el ave Fénix, sin importar que
tanto daño causaron con sus actos y maltrecho discurso. Evaporarse o
desaparecer hace parte de la estrategia fraudulenta de un predicador a través
del cambio de domicilio, giro en la profesión o en los negocios, nuevo círculo
social y familiar y muy posiblemente nuevas prácticas tramposas para
recuperarse.
Para muchos renunciar a una vida con identidad, redes
sociales, historial financiero y crediticio y recorrido profesional puede ser
una decisión desesperada que implica un gran sacrifico personal. No obstante,
en la mente criminal de un perpetrador todo cabe incluso desvanecerse. En el
afán de desaparecer, un defraudador hace un pacto de silencio, borra sus
huellas y niega sus vínculos. Así mismo, un predicador se despoja del fantasma
de su pasado para refugiarse en la clandestinidad de sus emociones y planear su
nueva vida. Minimiza sus actos con justificaciones vagas y vacías para no
sentir la más mínima culpa y evadir cualquier responsabilidad, ya que todo es
un error del sistema o posiblemente un mal entendido.
Evaporarse, desvanecerse o desaparecer para crear una
vida en el total anonimato suena descabellado, pero para un defraudador que ha
predicado a través de la ética es la salida triunfal.
A pesar de que la historia sobre los Johatsu se
desarrolla en Japón, la práctica de desvanecerse es más común de lo que se
piensa. Sólo basta recordar los descalabros económicos de los últimos años y
buscar sus protagonistas para hacer una simple relación con los Johatsu. Pero
no es necesario ir tan lejos, recuerde los perpetradores que han estado cerca
de nuestro entorno y verifique como la táctica de evaporarse funciona.
Agradezco este micro documental a mi gran amigo y
partner Julián Ríos, con el cual generamos espacios de discusión y enriquecemos
nuestra profesión como Fraud Fighters.
A continuación, se encuentra el video para su
consulta.
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