Javier Klus, MBA, CIA
La Gestión de Riesgos es una actividad que puede ser aplicada a cualquier organización, de ella depende algo tan esencial como es la propia continuidad de una empresa.Pero no solo podemos relacionar la misma con la continuidad de una organización, sino que también puede comprometer vidas humanas, infraestructura, etc.
Este artículo tiene su origen en una serie recientemente publicitada en Netflix denominada “Los Días”, la cual relata la historio del desastre ocurrido en la Planta de Energía de Fukushima I.
A lo largo de la serie de van contando los hechos que se fueron sucediendo en una situación que puede ser catalogada como un riesgo “emergente” de características catastróficas.
Veamos por lo tanto algunas reflexiones que me han surgido:
La primera, la importancia de tener un plan de contingencia y de aplicarlo: Uno de los elementos fundamentales que podemos encontrar en cualquier plan de continuidad de negocio de una organización, es precisamente la necesidad de probarlo.
En los primeros capítulos de la serie se puede observar cómo los planes de evacuación de la central que se habían probado unos pocos meses atrás colaboraron a que las vidas perdidas en la planta fueron mucho menores que las esperadas. Precisamente porque cada empleado sabía lo que tenía que hacer ante una situación de terremoto, como tenía que actuar, cuál era el sitio de reunión, etc. La conclusión de este primera reflexión es que los planes de contingencia no sólo deben diseñarse sino que fundamentalmente deben probarse para verificar su eficacia.
La segunda enseñanza que surge es la importancia de realizar una apropiada evaluación de los riesgos que implique un análisis integral de los mismos.
En la película vemos que la convergencia de un terremoto más la generación de un Tsunami es una situación que nunca fue pensada y por lo tanto planeada. Es muy gráfica la escena en la cual se busca en los protocolos de emergencia definidos la situación en la cual se interrumpe la energía por faya del reactor sumando a que los generadores de emergencia se ven comprometidos por el agua salada que ingresa a la planta, lo que ocasiona una falla total de los sistemas eléctricos impidiendo la refrigeración de los reactores. Esos protocolos no estaban redactados pues nunca se había imaginado un desastre de esas características.
Por alguna razón esta situación nunca fue evaluada y por lo tanto estos riesgos no fueron tomados en consideración.
La reflexión que puedo sacar de esta situación es lo importante que es realizar una valoración y análisis de todos los riesgos, y esto implica muchas veces pensar los riesgos que aún parecen improbables. Debemos tener una persona que tenga el sombrero de los hechos improbables e imposibles, para que también aporte al dimensionamiento de los riesgos que pueden ocurrir.
La tercera reflexión es que una vez que no se tienen definidos escenarios de contingencias, todo se encamina al terreno de la incertidumbre, donde cada decisión es producto de la prueba y error, lo que origina que las decisiones adoptadas no sean la óptimas y que por lo tanto el nivel de riesgo no pueda ser realmente ponderado. Por lo tanto la adopción de una evaluación temprana de los riesgos, de forma integral, nos lleva a un escenario en donde las acciones adoptadas para mitigar esos riesgos son más ciertas, planificadas y en cierta forma más efectivas.
Demás está decir que en muchas ocasiones es muy difícil predecir estas situaciones como las descriptas en la serie (aunque en este caso hay ciertos indicios que nos llevan a la conclusión que se podrían haber planificado y que por lo tanto fue un error originado en un inadecuado proceso de Gestión integral de riesgos), pero lo que es cierto, es que como organizaciones tenemos el deber de establecer Sistemas de Gestión de Riesgos lo suficientemente sólidos que permitan considerar todos los escenarios posibles, aún los más inusuales.
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