Por José Luis Herreros Barbadillo, CIA,
CRMA
1. El
informe de auditoría
El trabajo de auditoría es
como un iceberg: sólo es visible una pequeña parte del total.
En nuestro caso la parte
perceptible es el informe. En él se expone el diagnóstico de una situación y se
formulan recomendaciones o en requerimientos, dependiendo del menor
o mayor nivel de exigencia, que se materializarán en planes de acción.
El trabajo del auditor es
juzgado por la calidad de su informe y por el valor que aporta a sus
destinatarios o usuarios (departamentos o procesos auditados, alta dirección,
órganos de gobierno, legisladores, supervisores,...), quienes se formulan la
siguiente pregunta: ¿cómo está esto?
El auditor aportará valor
en la medida en que ofrezca respuesta a dicha pregunta.
La extensión y profundidad
de la respuesta ofrecida dependerá del tipo de usuario. La actividad
profesional diaria se caracterizada por el exceso y complejidad de la
información disponible y por la escasez de tiempo para gestionarla. No podemos
abrumar al destinatario al más alto nivel con detalles irrelevantes. De nada
sirve que hayamos redactado un informe de cientos de páginas si no proporciona
una respuesta muy concreta a la fatídica pregunta.
Un método para ofrecer
mucha información con pocas palabras es la utilización de escalas,
clasificaciones o ratings.
¿Cómo
está esto? Mal - Regular - Bien
2. Calificaciones
Calificar
es apreciar o determinar las calidades
o circunstancias de alguien o de algo y expresar o declarar este juicio1.
La
auditoría también consiste en expresar un juicio u opinión (sobre unos estados
financieros, un proceso, una actividad, un departamento, un control
interno,...). Por tanto, la calificación es inherente a la actividad de
auditoría interna.
La
calificación implica otros dos conceptos importantes: la clasificación y la
comparación.
Al
calificar hechos similares (o uno mismo en diferentes periodos de tiempo)
podemos clasificarlos, es decir, ordenarlos y agruparlos en bloques
homogéneos y compararlos, estableciendo que algunos de ellos son peores,
iguales o mejores que el resto.
A las
personas nos gusta calificar, clasificar y comparar cualquier aspecto de
nuestra vida diaria, utilizando para ello innumerables escalas o ratings. Por
ejemplo: