Jesús
Aisa Díez
De acuerdo
con el calendario gregoriano, el siglo XXI se inició, no el 1º de Enero del
2000, sino el 1º de Enero de 2001, llegando hasta el 31 de diciembre de 2100.
En cualquier
caso, el paso del siglo XX al siglo XXI hubiese pasado inadvertida, salvo para
las aplicaciones informáticas a las que hubo que someter a un riguroso análisis
para comprobar su compatibilidad con el cambio de numeración, lo que obligó a
realizar lo que se denominó “proyecto milenio”.
Sin embargo,
hay dos acontecimientos que entiendo son frontera entre ambos siglos, estamos
pensando en los atentados de Las Torres Gemelas de Nueva York y el escándalo
ENRON, que de una u otra manera si han definido algunas de las características
del presente siglo. Las cuales podríamos resumir en los siguientes temas.
·
Deslocalizaciones y Globalización.
·
Auge del terrorismo internacional.
·
Reconocimiento del cambio climático.
·
Guerras en Oriente Próximo, etc.
Pero sobre
todo por la: Aparición de numerosos escándalos financieros, crisis financieras
y bursátiles, que han supuesto una importante PERDIDA DE CONFIANZA
INVERSORES.
Esta pérdida
de confianza se produjo como consecuencia de los importantes fallos de control
interno que se pusieron de manifiesto de una manera evidente al analizar los
comportamientos de aquellos que tenían la responsabilidad y la obligación de
vigilar la actuación de las entidades, de los que destacaríamos:
·
Gestores deshonestos y mecanismos de control interno
obviados.
·
Auditores Externos que no ejercieron su función
adecuadamente.
·
Los supervisores (SEC, Comisión Nacional del Mercado
de Valores,….) no estuvieron atentos.
·
Los analistas financieros con conflictos de intereses.
Lo que dio
lugar a la elaboración y difusión a los mercados de Estados Financieros
fraudulentos, no representativos de la realidad patrimonial de las
organizaciones, lo que supuso pérdidas millonarias a los accionistas.
Lo que
acabamos de comentar ha sido válido durante algunos años, los que se
corresponden con la época de expansión en la que los sistemas económicos han
funcionado con aparente normalidad en un entorno en el que: Los PIB de las
economías desarrolladas seguían creciendo, al igual que la de los países
emergentes, los tipos de interés se situaban en niveles nunca vistos, lo cual
hacía rentable cualquier negocio, los gestores aparentemente habían abandonado
prácticas que privilegiaban sus intereses a corto plazo; en resumen los controles
que se habían establecido después del “batacazo” de ENRON aparentemente
funcionaban, estábamos en el buen camino, todo el mundo tenía empleo, las
empresas ganaban dinero, los altos ejecutivos también, las bolsas subían, etc.