Marta Cadavid, CAMS,
CFE, AML
El fraude se ha definido como el acto engañoso o de
mala fe con el objetivo de obtener un beneficio que se ha arraigado en nuestra
sociedad a tal punto que el sector educativo no se escapa de sus devastadoras
consecuencias.
Siendo la educación un derecho fundamental, ésta se ha
convertido en el objeto y sujeto de la comisión de diversos fraudes donde como
en la geometría las aristas y factores se combinan perfectamente para formar la
más dramáticas de las ecuaciones. Organizaciones como UNESCO consideran que la
educación es un derecho fundamental para todos que debe garantizarse a través
del tiempo y acompañarse de calidad. Sin embargo, el egoísmo creciente y en
muchos casos exponencial de sus defraudadores pesan más que los nobles
principios de aquellos que confiaron en la educación como el mecanismo para
erradicar la pobreza.
A través de la historia y a lo largo y ancho del globo
terráqueo, se han conocido diversos casos de fraude donde los protagonistas han
sido los estudiantes. El plagio de las actividades académicas y las ayudas
extras para ganar los exámenes eran los casos más recurrentes antes que los
avances tecnológicos inundaran los espacios que fueron ocupados por la cajita
de colores, el lápiz y el borrador. Por la lista de fraudes que cometen los
estudiantes pasan el plagio y copia de las más irrisorias actividades escolares
hasta las tesis de doctorado que han dado soporte a profesionales a nivel
privado y público. Ilustres políticos ocupan los primeros puestos en los
escándalos de fraude educativos con títulos universitarios de estudios nunca
vistos.
Ser buen estudiante también tiene sus riesgos y no
necesariamente aquellos que están relacionados con la próxima universidad o
intercambio. En las últimas noticias sobre fraude educativo, un grupo de
excelentes pupilos fue reclutado para presentar los exámenes de admisión de
aquellos que no confían en su sabiduría o sufren de congelamiento cerebral al
presentar la prueba de admisión con la ilusión de generar un ingreso adicional.
Éstos 16 estudiantes considerados talentosos y con madera para continuar sus
vidas en lo caminos del conocimiento, están ahora arrinconados por la sanción
social y muy posiblemente judicial.
En la ecuación del fraude educativo interviene otro
factor humano que se despoja de la ética, valores y moral y se viste con la
toga de la corrupción. Los casos de colusión para cometer fraude han pasado las
barreras y se han incrustado en los escritorios de los administradores de los
centros educativos. Recientes investigaciones, han demostrado el
enriquecimiento ilícito de profesores y administradores a través compras
desbordadas de insumos y utensilios que luego fueron bonificadas por el
proveedor a través de tarjetas de regalos y oros detalles. Seguramente este
caso pasa en varias geografías y muy posiblemente quien esté actuando en contra
del presupuesto de la entidad educativa justificará su acto con el bajo salario
y pocas garantías laborales donde enseñar ya nos es un noble oficio.
Con la globalización y avance de la tecnología, la
oferta educativa crece a pasos agigantados. Cualquier curso o clase está a un
clic de distancia y no es necesario asistir al aula física de clase, debido a
que la virtualidad ha creado los canales perfectos para estar reunidos e
interactuar desde cualquier parte del mundo. Pero con todas estas ventajas,
también hay quienes de alguna forma toman la delantera de saciar la necesidad
de conocimiento de algunos incautos. Entidades educativas de papel se crean a
diario con el objetivo de vender el curso de moda, certificar sin tener los
derechos o garantizar la exclusividad de lo aprendido. A pesar de los buenos
propósitos, muchos estudiantes ávidos de conocimiento han visto como su alma
mater o institución se deshace como un castillo de naipes y desaparece del
mapa.
El fraude no perdona y la educación ha sido y será
históricamente la fórmula para incrementar exponencialmente los ingresos de
inescrupulosos que venden ilusiones impresas en certificados o se presentan por
usted en cuerpo ajeno. Educarse siempre será la mejor inversión, pero como toda
inversión requiere de debida diligencia y verificación de la calidad y
credenciales de lo que le ofrecen. Enfrente sus temores al tomar una prueba de
admisión, pues al final la vida esta llena de pruebas que en determinado
momento usted tendrá que asumir sin solicitar ayuda. Comprar títulos académicos
para satisfacer la oferta profesional es una pésima idea que le puede costar
toda su carrera profesional. Si siente que su futuro laboral no es claro, salga
a recreo y descanse, pinte nuevas ideas y con seguridad oportunidades éticas
llegaran a su vida sin sacrificar su futuro y reputación.
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