miércoles, 1 de agosto de 2018

La educación como sujeto y objeto de fraude


Marta Cadavid, CAMS, CFE, AML

El fraude se ha definido como el acto engañoso o de mala fe con el objetivo de obtener un beneficio que se ha arraigado en nuestra sociedad a tal punto que el sector educativo no se escapa de sus devastadoras consecuencias.

Siendo la educación un derecho fundamental, ésta se ha convertido en el objeto y sujeto de la comisión de diversos fraudes donde como en la geometría las aristas y factores se combinan perfectamente para formar la más dramáticas de las ecuaciones. Organizaciones como UNESCO consideran que la educación es un derecho fundamental para todos que debe garantizarse a través del tiempo y acompañarse de calidad. Sin embargo, el egoísmo creciente y en muchos casos exponencial de sus defraudadores pesan más que los nobles principios de aquellos que confiaron en la educación como el mecanismo para erradicar la pobreza.

A través de la historia y a lo largo y ancho del globo terráqueo, se han conocido diversos casos de fraude donde los protagonistas han sido los estudiantes. El plagio de las actividades académicas y las ayudas extras para ganar los exámenes eran los casos más recurrentes antes que los avances tecnológicos inundaran los espacios que fueron ocupados por la cajita de colores, el lápiz y el borrador. Por la lista de fraudes que cometen los estudiantes pasan el plagio y copia de las más irrisorias actividades escolares hasta las tesis de doctorado que han dado soporte a profesionales a nivel privado y público. Ilustres políticos ocupan los primeros puestos en los escándalos de fraude educativos con títulos universitarios de estudios nunca vistos.

Ser buen estudiante también tiene sus riesgos y no necesariamente aquellos que están relacionados con la próxima universidad o intercambio. En las últimas noticias sobre fraude educativo, un grupo de excelentes pupilos fue reclutado para presentar los exámenes de admisión de aquellos que no confían en su sabiduría o sufren de congelamiento cerebral al presentar la prueba de admisión con la ilusión de generar un ingreso adicional. Éstos 16 estudiantes considerados talentosos y con madera para continuar sus vidas en lo caminos del conocimiento, están ahora arrinconados por la sanción social y muy posiblemente judicial.

En la ecuación del fraude educativo interviene otro factor humano que se despoja de la ética, valores y moral y se viste con la toga de la corrupción. Los casos de colusión para cometer fraude han pasado las barreras y se han incrustado en los escritorios de los administradores de los centros educativos. Recientes investigaciones, han demostrado el enriquecimiento ilícito de profesores y administradores a través compras desbordadas de insumos y utensilios que luego fueron bonificadas por el proveedor a través de tarjetas de regalos y oros detalles. Seguramente este caso pasa en varias geografías y muy posiblemente quien esté actuando en contra del presupuesto de la entidad educativa justificará su acto con el bajo salario y pocas garantías laborales donde enseñar ya nos es un noble oficio.

Con la globalización y avance de la tecnología, la oferta educativa crece a pasos agigantados. Cualquier curso o clase está a un clic de distancia y no es necesario asistir al aula física de clase, debido a que la virtualidad ha creado los canales perfectos para estar reunidos e interactuar desde cualquier parte del mundo. Pero con todas estas ventajas, también hay quienes de alguna forma toman la delantera de saciar la necesidad de conocimiento de algunos incautos. Entidades educativas de papel se crean a diario con el objetivo de vender el curso de moda, certificar sin tener los derechos o garantizar la exclusividad de lo aprendido. A pesar de los buenos propósitos, muchos estudiantes ávidos de conocimiento han visto como su alma mater o institución se deshace como un castillo de naipes y desaparece del mapa.

El fraude no perdona y la educación ha sido y será históricamente la fórmula para incrementar exponencialmente los ingresos de inescrupulosos que venden ilusiones impresas en certificados o se presentan por usted en cuerpo ajeno. Educarse siempre será la mejor inversión, pero como toda inversión requiere de debida diligencia y verificación de la calidad y credenciales de lo que le ofrecen. Enfrente sus temores al tomar una prueba de admisión, pues al final la vida esta llena de pruebas que en determinado momento usted tendrá que asumir sin solicitar ayuda. Comprar títulos académicos para satisfacer la oferta profesional es una pésima idea que le puede costar toda su carrera profesional. Si siente que su futuro laboral no es claro, salga a recreo y descanse, pinte nuevas ideas y con seguridad oportunidades éticas llegaran a su vida sin sacrificar su futuro y reputación.

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