“Todos nacemos con una caja de fósforos adentro,
pero que no podemos encenderlos solos… necesitamos la ayuda del oxígeno y una
vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona
que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia,
palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos.
Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece
dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que
llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué
disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que
ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese
fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia
esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos
se encenderá nunca.”
Moraleja:
quizás la tarea más importante que una persona debe realizar es identificar que
cosas encienden su fuego interior y crean una explosión fantástica que le permite
llevar a cabo la tarea única para la cual fue creado, que llena de forma
completa su alma. En otras palabras, lograr alcanzar la areté (excelencia máxima, cumplimiento acabado de nuestro propósito, función vital o virtud fundamental).
¿Te
ha gustado la reflexión? ¡Compártela con otro auditor interno!
Excelente enfoque sobre esta reflexion. Al learla cada dia, se podran hacer diferentes aplicaciones dependiendo de las circunstancias. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, apreciado Gerardo por visitar nuestro Blog y dejarnos saber tu opinión sobre los posts. Saludos,
Eliminar