Las
organizaciones raras veces se hunden como resultado de un único gran revés. Las
relaciones raras veces terminan por una única gran discusión. Las vidas raras
veces se desmoronan a causa de un único suceso triste. No. Yo diría que el
fracaso prolongado se produce como consecuencia de pequeñas negligencias
diarias que se van acumulando hasta provocar un estallido y una ruptura.
Recuerda
la metáfora del lomo del camello. Al pobre animal le iban colocando en el lomo
una brizna de paja tras otra. Cada brizna era, por sí sola, ligera y apenas le
hacía daño. Pero al final, de brizna en brizna, la carga se hizo tan pesada que
una sola brizna de paja consiguió romperle el lomo.
Yo
llamo a eso el Síndrome del Lomo del Camello. Las pequeñas negligencias en los
negocios y en la vida van generando, inevitablemente, un deterioro. Los mejores
prestan atención a los pequeños detalles. Hacen bien las cosas que parecen
insignificantes. Tienen la disciplina de destacar en los pequeños proyectos,
actividades y tareas, lo que deriva en proyectos espectaculares. Comprenden que
el éxito prolongado es fruto de una evolución, no de una revolución. Tú también
puedes comprenderlo.
Creo
que esta breve reflexión encierra una enorme enseñanza.
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Es un gran reto para nosotros los auditores, poder dar valor y prestar atencion a esas pequeñas cosas que a veces son imperceptibles y llegamos a ellas por intuicion.
ResponderEliminarExcelente reflexión, Ana Matilde, tienes toda la razón.
EliminarSaludos,