Por
Jesús Aisa Diez
Dentro de las características que definen la actividad
de auditoría interna, hay un aspecto que debe tenerse presente, y es que esta
se desarrolla en ambientes, organizaciones y circunstancias diferentes, por lo
que puede no ser única la forma en la que esta se ejecuta. Además los
profesionales que la atienden tampoco tienen un único origen académico y/o
profesional, pues perfectamente podemos encontrarnos dentro de sus
profesionales a técnicos en: contabilidad, recursos humanos, jurídicos,
informáticos, ingenieros, etc., que hace que auditoría sea una disciplina con
un alcance muy amplio, como el que se deriva de las diversas funciones que se
gestionan dentro de las organizaciones.
Recordemos que en el origen de nuestra profesión, la
revolución industrial, con la separación entre la propiedad y la gestión,
auditoría interna focalizaba su atención en los fraudes, y en la adecuada
contabilización de los hechos económicos de los que se derivarían unos
resultados de la gestión de los que se obtendrían, o no, beneficios. Es decir,
auditoría servía para “garantizar” a los propietarios que no eran engañados por
los gestores o por terceras personas. Éramos útiles, pero teníamos una
reputación fiscalizadora y policiaca.
Posteriormente la transformación de la actividad, que
se vincula a la emisión de los informes COSO, por los que el control
interno se aclara que es un objetivo de toda la organización, y en el que
auditoría interna tiene un papel específico en dicho marco (la supervisión); en
cuyo caso auditoría lo que debe es verificar si la situación está debidamente
controlada o existen debilidades de control que debieran corregirse para
alcanzar los objetivos deseados; que recordemos son, como ya sabemos:
Eficiencia y eficacia de la operaciones, cumplimiento de leyes y normas,
fiabilidad de la información e integridad patrimonial.
Pasando posteriormente a tener un rol específico en la
gestión empresarial de los riesgos, y más recientemente a través de un nuevo
pronunciamiento de COSO, en el que se incide en la importancia de la
supervisión, que ahora se estima ha de ser continua, de forma que un buen
sistema de control interno debe disponer de mecanismos de supervisión continua
(comprobaciones, conciliaciones, etc.) que generen información suficiente para
evaluar el funcionamiento de los controles implantados.
La evolución que se ha ido produciendo en la actividad
auditora se ha manifestado en múltiples facetas de la misma, como son los
propios alcances de los trabajos, sus objetivos y las técnicas empleadas
para su desarrollo.
Hoy en día es frecuente citar entre las materias objeto de análisis: las auditarías financieras, las de sistemas de información, las ambientales, las de calidad,...Pero también, y como consecuencia de las facilidades que ofrece la informática y las telecomunicaciones, las auditorías a distancia y las auditorías continuas, las cuales podemos considerarlas como una evolución dentro de nuestra actividad¸ pero manteniendo la idea que subyace en todos estos cambios, la complementariedad, ya que la tradicional visión fiscalizadora no ha sido anulada por las más moderna de análisis de los procesos, sino que coexisten atendiendo cada una de ellas a unos riesgos específicos. En este escenario el fiscalizador, ahora llamado forensic, es el que incide en los riesgos de fraude.
En el mismo sentido la posibilidad de realizar
auditorías continuas o a distancia, no elimina la necesidad de realizar
auditorías presenciales.
Por ello creemos interesante centrarnos en las
siguientes dos de las conclusiones:
1ª) El uso de las tecnologías de la información en las
auditorías, al igual que para gestionar cualquier negocio, ya no es una opción,
puesto que el uso de herramientas especializadas de análisis de datos
transforma la labor del auditor y analista de datos y le permite agregar un
valor diferencial y asegurar el Gobierno Corporativo de su organización.
2ª) La auditoría a distancia es una herramienta que
permite identificar indicadores cuyo monitoreo permanente alertan sobre la
posibilidad de concreción de ineficiencias e irregularidades, y cuya oportuna
profundización permite prevenir y detectar situaciones no deseadas. Contribuye
a extender en la organización la cultura del Control Interno, a través del
seguimiento oportuno de los indicadores actualizados en un Tablero de Comando.
Llegado a este punto debemos incidir en un aspecto que
a veces puede ser objeto de cierta confusión, y es la de considerar sinónimos
el concepto de auditoría a distancia y la auditoría continua, lo que no es así,
pues son dos conceptos distintos, pero complementarios.
La auditoría a distancia es aquella que se realiza en
base a un acceso a los datos sin necesidad de desplazarse al lugar donde estos
físicamente se encuentran, mientras que la auditoría continua es la que
supervisa los datos de forma permanente, a través de una periodicidad
determinada para hacerlo (días, semanas, meses,...).
Si bien desde el punto de vista teórico, tanto una
como otra no requieren inexcusablemente de un apoyo informático para
realizarlas, pues siempre habría la posibilidad de hacer llegar los datos vía
e-mail o por correo ordinario al puesto del trabajo del auditor, en la realidad
estas modalidades, para ser eficientes, e incluso eficaces, precisan de una
adecuada informatización en el tratamiento y acceso a los datos.
La complementariedad comentada debe entenderse como
que, una vez dispuesta de una auditoría a distancia, será posible disponer de
una auditoría continua.
Otro aspecto que deberíamos tener en consideración a
la hora de describir las formas de desarrollarse la función de auditoría
interna, es el correspondiente a la forma tradicional en la que esta se
ha ejecutado, debiendo indicar, los aspectos que las caracterizaban, que
podríamos identificar con:
La evaluación se lleva a cabo según un modelo
retrospectivo y cíclico:
- Desarrollándose tiempo después de que hayan tenido lugar las actividades auditadas.
- Los procedimientos de evaluación suelen basarse en un enfoque de muestreo e incluyen actividades como la revisión de políticas, procedimientos, aprobaciones y conciliaciones.
- Este enfoque puede limitar el beneficio del trabajo para ser de utilidad verdadera en el rendimiento comercial o el cumplimiento de la normativa, dado que:
- Son descripciones
periódicas basadas en hechos pasados.
- Exigen el
desplazamiento del equipo auditor al área auditada.
Por lo que empleando una forma gráfica, podríamos
utilizar la siguiente la siguiente metáfora. El enfoque tradicional es similar
a la de un conductor que mirase permanentemente hacia el retrovisor del
vehículo que conduce, siempre mirando al pasado. Pero así no puede tomar
decisiones sobre qué dirección va a seguir, haciéndose necesario mirar hacia
adelante, por lo que el auditor debería cambiar el empleo del retrovisor, por
unos prismáticos. Enfocándolos hacía lo que vendrá, no a lo pasado.
Jesús Aisa
Díez Ex-Subdirector General Corporativo de Auditoría Interna de Telefónica SA.
Director Proyectos de Evaluaciones de Calidad del IAI España. Director Técnico
de FSH Consulting.
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