Jesús Aisa Díez
Con bastante frecuencia en la prensa especializada aparecen artículos de
opinión en los que se recomiendan cambios en la forma de proceder de las
Unidades de Auditoría Interna (UAI), a fin de que estas sean capaces de
adaptarse a los nuevos tiempos: aportando el máximo valor a las organizaciones
en las que desarrollan su actividad, y atender las expectativas de todas las
partes interesadas. Para ello se citan los elementos que resultarían imprescindibles
para conseguir estos objetivos, como por ejemplo:
·
Pensar y actuar de manera estratégica.
·
Aportar mayor profundidad en los análisis.
·
Mejor entendimiento del negocio.
·
Incidir en la faceta consultora, ofreciendo
asesoramiento y mejores prácticas.
·
Generar confianza mediante un diálogo continuo con los stakehorders
·
Ser capaces de ver “la foto completa”.
Llegando a concluir
que para conseguirlo no solo haría falta que las UAI tuvieran un cambio de
mentalidad, sino también una nueva dimensión y capacitación técnica adecuada.
Por lo que, si estos artículos están elaborados por consultoras, suelen
finalizar con su ofrecimiento para colaborar con nosotros, vía outsourcing, en la consecución de estas
nuevas metas.
Desde mi perspectiva
las recomendaciones y conclusiones anteriores son plenamente válidas, pero
quizás, en momentos de crisis económica como los que estamos atravesando en
Europa, el pensar en incrementar la capacidad de gestión, ampliando el alcance
de los Planes de Auditoría, del que se derivaría normalmente una mayor
dimensión de la Unidad, resultaría poco realista, pues la experiencia nos
demuestra que si algo se está produciendo en las Organizaciones de este ámbito
geográfico es una disminución de la plantillas intervinientes en todos los
procesos, en el de auditoría también.
No obstante lo
anterior, y manteniendo las recomendaciones que se citaban líneas arriba, creo
que las UAI podrían trabajar de forma más eficiente si actuasen siguiendo las
directrices del Marco Internacional para la Práctica Profesional de la Auditoría
Interna, sin que ello repercuta, necesariamente, en un incremento de
plantilla.
En primer lugar, y
como elemento en el que se deben incorporar los objetivos estratégicos de la
Compañía, estaría el Plan de Auditoría, el cual, según recogen las Normas 2010,
debe basarse en una evaluación documentada de riesgos, teniendo además en
consideración las expectativas de la alta dirección, el Directorio y las otras
partes interesadas. La presencia del Director de Auditoría Interna en los
órganos de decisión de la Compañía, con voz pero sin voto, tales como Comité de
Dirección y Comité de Riesgos, resultará
significativa para conocer la estrategia existente y la marcha real del
negocio.
Adicionalmente el
Plan de Auditoría no debe considerarse como algo estático, sino plenamente
dinámico, debiendo actualizarse periódicamente, al menos una vez cada
cuatrimestre, introduciendo en él los cambios que la situación real de la
entidad aconseje. En este proceso de actualización dinámica del Plan, el empleo
de indicadores de riesgos (KRI por sus
siglas en inglés) resultará básico y muy beneficioso.
Pero también que, al
definir el Plan de Auditoría, debe tenerse muy en cuenta el trabajo a realizar
por los otros proveedores internos y externos de servicios de aseguramiento y
consulta, evitando, en su caso, la duplicidad de esfuerzos, en la forma
descrita por la Norma 2050.
En segundo lugar
entendemos que otra manera de eficienciar nuestra actividad es la de auditar en
base a riesgos, evaluando si el nivel de los residuales en los procesos
supervisados están situados en el entorno de la tolerancia al riesgo
establecida por la Compañía, opinando sobre la suficiencia y eficacia de los
controles existentes en los procesos auditados. Incorporando en los informes de
auditoría no solo las conclusiones alcanzadas, sino adicionalmente las
recomendaciones pertinentes, así como los planes de acción asumidos por los
propietarios de los procesos para implementarlas, ya que sin éstos el proceso
auditor quedaría incompleto.
También deberíamos
considerar como alternativa para mejorar la eficiencia de nuestra actividad la
posibilidad de implementar modelos de auditorías continuas y/o a distancia, que
con el empleo de los ya citados KRI´s nos permitan la detección de alertas
tempranas que provoquen nuestra actuación.
En tercer lugar
recordar que, como bien dice el Consejo para la Práctica 2200-2, los sistemas
de control incluyen tanto controles manuales como automáticos, teniendo
necesidad de evaluar ambos tipos de controles para determinar si los controles
son gestionados con efectividad, así como si los procesos automatizados están
bien diseñados para asegurar la bondad de la información aportada (Norma
1210.A3)
Respecto de la mejora
del conocimiento del negocio por parte de los auditores, una recomendación muy
útil que suele hacerse cuando se realizan Evaluaciones de Calidad, es la de que
los nuevos recursos que se incorporen a la UAI, antes de hacerlo de manera
definitiva en Auditoría, puedan ubicarse provisionalmente en las áreas del
negocio más significativas, adquiriendo así un conocimiento específico y
adelantado de dichas áreas
Por último, y en
cuanto a la demandada generación de confianza
mediante un diálogo continuo con los stakehorders,
esta requerida presencia en los Órganos de decisión de la empresa, ya
citada, entendemos que también incide en esta posibilidad, puesto que no
debemos estar en ellos solo para escuchar, sino también para intervenir cuando
se requiera nuestra opinión, pero sin traspasar la línea roja de las decisiones
gerenciales que no nos competan.
En este aspecto de
generar confianza también las Normas del Institute
of International Auditors aportan una buena alternativa, como es la
necesidad de que el Director de Auditoría debe desarrollar y mantener un
programa de aseguramiento y mejora de la calidad de la Unidad, en el que se
deben incluir, según la Norma 1311, las preceptivas evaluaciones internas, en
las que se incluya un seguimiento continuo del desempeño de la actividad de
auditoría, en base, entre otros aspectos, a la opinión obtenida de los
auditados, la cual debe ser puntualmente requerida al finalizar cada trabajo de
auditoría, así como también de forma agregada mediante encuestas anónimas
solicitadas anualmente. Opiniones en las que debe permitirse que los
encuestados opinen sobre los aspectos de mejora que entiendan puedan aplicarse
a la actividad desarrollada por la UAI.
Somos de la opinión
que, de aplicarse estas prácticas, que entendemos viables sin demasiados
cambios cuantitativos de recursos, pues éstos son más bien cualitativos y de
relación y comportamiento, nos habremos acercado al objetivo perseguido, que no
es otro que atender a las expectativas de nuestros “clientes” y generar más
valor a la organización, mejorando su control interno.
Espero que si se comparte la conveniencia de aplicar estas recomendaciones, su empleo permita evidenciar su oportunidad.
Jesús Aisa Díez Ex-Subdirector General Corporativo de Auditoría
Interna de Telefónica SA. Director Proyectos de Evaluaciones de Calidad del IAI
España. Director Técnico de FSH Consulting.
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