Javier Fernando Klus,
MBA, CIA.
En los inicios de la auditoría, la mayoría de los procedimientos
realizados eran sustantivos, es decir, que se analizaba la documentación, la
cual se encontraba en formato en papel y a partir de la misma se realizaban
básicamente procedimientos de inspección y análisis de documentación provista
y/o solicitada.
Estas tareas eran básicamente realizadas por auditores que
tenían una función netamente operativa. Esto debido a que gran parte de los
procedimientos que el auditor realizaba se documentaba a través de evidencia y
era constatada por el auditor a través de su revisión.
En la medida que la tecnología y los sistemas de información
fueron avanzando, los ERP cobraron relevancia dentro de las organizaciones, la
información cada vez más fue migrando de un formato netamente en papel a un formato
electrónico.
En esta evolución, la mayoría de los registros de una
organización y, por consiguiente, la evidencia de las operaciones que
realizaban se fue reflejando en formato electrónico. En contrapartida, cada vez
más las empresas empezaron a generar más información; en este sentido, si una
empresa de mitad del siglo pasado quisiera reflejar el volumen de operaciones
que actualmente dichas empresas tienen, con la tecnología de esa época sería
imposible. La tecnología como tal permitió, por un lado, simplificar el manejo
de la información pero, por otro lado, la información generada creció
exponencialmente.
Por lo tanto, el auditor se vio obligado a migrar de sus
revisiones de documentación en un formato papel, a una revisión de registros
magnéticos y otros tipos de soporte. Para esto fue necesario desarrollar un
software de auditoría que permitiera analizar este tipo de información de una
forma ágil y con todas las funcionalidades necesarias para realizar la tarea.
Así es como surgieron dentro de los procedimientos de auditoría las Técnicas de
Auditoría Asistidas por Computadoras (CAAT, siglas en inglés “Computer Assisted
Audit Techniques) como complemento de las técnicas manuales realizadas por el
auditor.
La importancia que cada vez más tenían los sistemas de
información como soporte a las operaciones de una organización generó la
necesidad de utilizar métodos alternativos para analizar esta información. En
cierta forma, los procedimientos seguían siendo a detalle, pero soportados por
software que permitían extraer la información, analizarla y exponerla de una
forma tal que el auditor pudiera visualizarla de forma clara y poder sacar
conclusiones.
El perfil del auditor también se hizo más especialista, siendo,
en este caso, una necesidad que los equipos de auditoría contarán con personal
idóneo para manejar este tipo de programas. Por consiguiente, la tecnología
había generado un cambio no solo en el enfoque de la auditoría, sino también en
los procedimientos realizados y en las capacidades de las personas que
conformaban parte de un equipo de autoría.
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El trabajo y especialización del Auditor Interno, se tecnifica cada día más en relación directa a la transformación digital de los procesos y de la gestión de las empresas.
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