miércoles, 4 de mayo de 2022

El fraude empresarial como destructor de valor

 Marta Cadavid. CIE AF, CAMS, CFE, AML 


Entender que el fraude va más allá de registrar la pérdida en los estados financieros y dejar el evento en la oscuridad de cualquier rincón de la organización. Los bien o mal llamados actos reprochables, indeseables, deshonestos o malas prácticas se han convertidos en los peores destructores de valor de las organizaciones.

La generación de valor es la capacidad que tienen las empresas y organizaciones de generar riqueza a través de la administración eficiente de sus recursos más preciados. Si bien es cierto las utilidades demuestran de cierta manera que la empresa tiene un grado de salud financiera, lo que cuenta en la estrategia corporativa es la generación de flujo de caja a través de las operaciones y la sostenibilidad y crecimiento del mismo a perpetuidad. Es decir, una empresa vale por su capacidad de hacer dinero en el tiempo.

De los tantos indicadores financieros que determinan la salud financiera y generación de valor de una empresa es el Capital de Trabajo, el cual se calcula tomando las cuentas por cobrar mas el inventario restando las cuentas por pagar. En vista de que cada organización tiene un ADN diferente, el cálculo del Capital de Trabajo puede variar un poco en la depuración de las cuentas por pagar o sumarle el disponible. Sin embargo, en el principio universal de este indicador, las empresas generan dinero en las operaciones de ventas donde se afectan las cuentas por cobrar y el inventario. Para las demás empresas que no manejan inventarios y/o sus ventas son de contado, el cálculo se hace de la misma forma.

A pesar que el concepto de generación de valor es claro a nivel financiero, existe una desconexión entre los actos deshonestos y la destrucción de valor. El análisis profundo del fraude, el abuso, el despilfarro y la corrupción, conlleva a una conclusión: el dinero o recurso económico es el factor común de todas las actividades deshonestas y el favorito de los perpetradores o empleados desleales.

Tipologías de fraude como el robo del inventario, la creación de cuentas por cobrar falsas, el jineteo de las cuentas por cobrar, robo del dinero o la creación de facturas de compras ficticias son los casos más comunes de fraude que corroen directamente el Capital de Trabajo.

Otro indicador financiero relacionado con la creación de valor es el EBITDA. Este indicador se calcula tomando las utilidades después de impuestos e intereses y sumando todos los gastos que no son salidas de efectivo hoy o en el futuro como las depreciaciones, amortizaciones y provisiones. En este caso, el EBITDA es la utilidad real de la empresa en efectivo, entre más alta, mayor capacidad tiene la empresa para invertir, pagar sus deudas y distribuir a sus propietarios.

Analizando el EBITDA, se observa como el abuso, que es un fraude por descubrir, tiene un role importante. El abuso corporativo, está inmerso en el estado de pérdidas y ganancias, en los gastos corrientes que la organización tiene que incurrir para mantener las operaciones. Si el consumo de insumos, uniformes y herramientas se incrementa dado el abuso, la repercusión es directa en el EBITDA, disminuyendo la capacidad de la empresa para operar con libertad financiera.

Otro factor preponderante en las graves consecuencias de los actos deshonestos es el cálculo real del impacto económico de los mismos. A pesar que en la mayoría de las ocasiones no es posible determinar el valor total de la pérdida, debido al tiempo de ejecución o el tipo de abuso, solo se registra en los estados financieros el valor nominal de dicha pérdida, pero no se tiene en cuenta la destrucción de valor de la misma. De hecho, las pérdidas por fraude se mimetizan en algunas partidas del estado de pérdidas y ganancias sin una identificación particular para evitar preguntas incómodas de los usuarios de la información. Sin embargo, es evidente que cada acto deshonesto erosiona el valor de la inversión de los accionistas, ya que al final de cada periodo ellos verán disminuido la razón de ser de su inversión: el dividendo.

Un perpetrador o empleado desleal no solo se lleva un valor determinado, también se lleva el porcentaje de los impuestos que se debe pagar a la administración de impuestos, ya que el Estado lo menos que desea es verse afectado por la negligencia, carencia de controles, ignorancia irracional, o miopía gerencial de sus directivos que no tienen claridad en la administración del riego de fraude y abuso. Por lo tanto, entre más fraudes en las empresas, más impuestos.

La corrupción no se queda atrás en la destrucción de valor de las organizaciones. Debido a que es un fenómeno mundial bastante popular, que se ha arraigado en el sector privado de tal manera que hace parte de los presupuestos. Tajadas del 10%, 20% y más incrementan los precios y costos de los proyectos, lo cual afectan directamente el disponible. Un empleado que solicite dinero para inscribir a un proveedor está incrementando el valor de los bienes o servicios que su empleador debe pagar, ya que el proveedor no está dispuesto a perder. Si es un gasto, de inmediato se afecta el EBITDA y si es inventario el capital de trabajo.

Los actos indeseables se deben medir y monitorear a través de la implementación de indicadores que midan el impacto de las consecuencias de dichos actos en las organizaciones a nivel financiero y de generación de valor para entender su dinámica e implementar las medidas de predicción, prevención y detección correctas.

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