Iván Rodríguez
Cómo ser un auditor exitoso
Un buen auditor debe tener un conjunto de habilidades y características que le permitan ejecutar su trabajo con profesionalismo. Debe ser analítico, tener grandes habilidades de comunicación, seguir estrictamente las normas y las leyes, pero a su vez, ser creativos, curiosos, pero sin perder su escepticismo. Todo ello requiere dedicación, esfuerzo y capacitación. Algunas de las habilidades, como la curiosidad y el comportamiento íntegro normalmente forman parte de la personalidad. Por su parte, habilidades tales como el conocimiento tecnológico y la facilidad de comunicación, se pueden aprender y perfeccionar mediante el desarrollo profesional. Otras habilidades se encuentran en el medio, una parte en la manera de ser y otra parte se obtiene con capacitación.
Ciertas prácticas profesionales contribuyen a hacer de un auditor, un profesional exitoso. Un profundo conocimiento del negocio del cliente, la capacidad de gestionar proyectos, una sólida red de relaciones profesionales, también contribuyen en el propósito de mejoramiento. Algunas de las principales características de un buen auditor son las siguientes:
1. Curiosidad permanente
Un buen auditor siempre pregunta por qué. Y sigue preguntando ¿por qué? hasta que entiende completamente la situación que está evaluando. No se deja influir fácilmente con una respuesta superficial o insuficiente o con una explicación que no resulta convincente. Su curiosidad natural lo lleva a indagar hasta encontrar las respuestas y explicaciones que lo satisfacen. Esta curiosidad intelectual es útil, bien sea en la búsqueda del fraude y de condutas inapropiadas, como en la comprensión del funcionamiento de los controles, los procesos y las unidades de negocio, lo que servirá de base para hacer recomendaciones estructurales cuando sea el caso. Con la importancia del análisis las circunstancias que dieron origen a una situación, el auditor finalmente encuentra las respuestas que está buscando.
2. Escepticismo profesional:
El escepticismo profesional es una actitud que incluye una mente inquisitiva y una evaluación crítica de la evidencia que se obtiene en ejecución del trabajo. El auditor utiliza su conocimiento, habilidad y capacidad para realizar diligentemente, con buena fe e integridad, la recopilación y evaluación objetiva de la evidencia. El auditor no asume que la administración sea deshonesta ni asume una honestidad incuestionable. Al ejercer el escepticismo profesional, el auditor busca estar satisfecho con la evidencia con independencia de la actitud de la gerencia.
3. Integridad:
Uno de los rasgos centrales de un auditor de alto rendimiento es la integridad. A ejecutar su labor, un auditor puede encontrarse en una situación en que le soliciten que no efectúe alguna evaluación, ignore algún control defectuoso, pase por alto irregularidades en la administración y debe ser capaz de hacer lo correcto. Aunque no siempre es fácil confrontar a alguien que está teniendo una conducta inapropiada y exponerlo frente a alguna instancia, es algo que un buen auditor debe hacer. El desafío es mayor cuando la persona que necesita ser confrontada puede ser un alto ejecutivo, como el CFO o CEO, a quienes el líder de auditoría reporta. Es por ello que un buen auditor debe tener integridad y la capacidad de ganarse el respeto de los demás en la organización que lo acompaña.
4. Habilidad en la comunicación:
Los auditores deben ser excelentes comunicadores para ejecutar bien sus trabajos, lo que se ha evidenciado con más fuerza desde la pandemia, pues con el cierre de oficinas y los trabajos desde casa, los auditores a menudo deben realizar auditorías de forma remota, entrevistando a los propietarios de los procesos y otros empleados mediante llamadas telefónicas y videoconferencias. El lenguaje corporal, el tono y las expresiones faciales se evalúan más fácilmente en persona, que durante un llamada o mediante alguna plataforma de comunicación digital.
En el entorno actual, en que los riesgos operativos y estratégicos están creciendo en complejidad e intensidad y surgen rápidamente, los auditores deben ser excelentes comunicadores para discutir y llegar a una comprensión de los riesgos e interactuar de manera apropiada con los gerentes de línea, quienes son los dueños de los riesgos. De otra parte, los auditores deben interactuar con diferentes niveles de las organizaciones clientes, desde la alta gerencia y la junta directiva hasta los niveles operativos y entender puntos de vista aparentemente contradictorios sobre temas importantes, lo que requiere grandes habilidades de comunicación.
5. Conocimiento tecnológico:
El auditor en su trabajo se basa cada vez más en herramientas tecnológicas, tales como como el análisis de datos, las aplicaciones basadas en la nube y la inteligencia artificial, por lo que se requieren unas competencias mínimas en estos temas. Es importante entonces adoptar las nuevas tecnologías y aprender lo suficiente sobre ellas para ser más eficientes en el trabajo. Ahora bien, debe considerarse que además de adoptar las tecnologías más recientes en el trabajo de auditoría, también hay una revolución digital en la mayoría de las áreas de las organizaciones clientes. Adicionalmente, los principales riesgos en cualquier organización suelen involucrar áreas como la ciberseguridad, el gobierno de datos y la seguridad de la información, todos los cuales requieren auditores con sólidos conocimientos en tecnología. El uso de la tecnología en auditoría, incluyendo el monitoreo continuo y la automatización de procesos, ayuda a liberar tiempo para asumir funciones de nivel superior, tales como proporcionar más trabajo de asesoramiento y consultoría, que aumentan el valor que se proporciona.
6. Trabajo en equipo
El trabajo en equipo es una virtud de los auditores exitosos. Aunque un auditor competente también debe saber trabajar por su cuenta, lo cual ha sido un recurso invaluable en escenarios de trabajo remoto. La capacidad de trabajar de forma independiente normalmente se basa en habilidades tales como la automotivación, la autogestión y la responsabilidad. Para mantener los planes de auditoría, además del trabajo por cuenta propia, el auditor debe ser capaz de trabajar bien con los demás. Los modelos de trabajo recientes, como la auditoría ágil requieren mucha interacción y coordinación. Y es allí donde un buen auditor debe ser capaz de motivar a los demás, mostrar liderazgo y comprender cómo su rol encaja en el panorama general. Por lo tanto, los mejores auditores pueden trabajar solos e igualmente bien como miembros de un equipo.
7. Capacitación permanente:
Frente a los permanentes cambios en el mundo empresarial y a la velocidad en que los riesgos aparecen y se transforman, es necesario que el auditor esté siempre buscando aprender. Un buen auditor debe saber generalizar, pero también debe especializarse. Los diferentes trabajos hacen que el auditor conozca diversos lugares y se enfrente a nuevos conocimientos todo el tiempo. Por ello, el auditor debe estar pendiente de aprender sobre sus clientes y negocios. Hay que mantener una mente abierta para seguir mejorando. El hecho de que los auditores se expongan a muchos aspectos y unidades diferentes del negocio es sin duda uno de los beneficios del trabajo, pero viene con desafíos. El auditor debe ser capaz de procesar constantemente nueva información y aprender nuevas partes del negocio. No hay dos auditorías iguales y cada nueva tarea debe ser un reto para absorber nuevos conocimientos y ponerse al día rápidamente en un proceso o función.
En síntesis, un auditor para ser exitoso debe trabajo duro y aunque las anteriores características no son las únicas, fortalecerse en ellas contribuirá en gran medida a sobresalir en el ámbito profesional.
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