miércoles, 23 de septiembre de 2015

La diferencia entre remedio y veneno es la dosis

Por Guillermo Casal
Tiempo atrás, un informático brasileño me dijo esta frase en una conversación casual en San Pablo.  Es un tema que me ha vuelto a surgir durante mi reciente visita al Instituto de Auditores Internos de Panamá. Inició durante el viaje que compartimos hacia el evento mensual del Instituto con Daniel Portillo, vicepresidente del mismo, a quien le mencionaba que los argentinos tenemos en general una alta autoestima. Daniel replicó sonriente “tú sí que sabes decir las cosas en términos bonitos”.

Y eso dio lugar a una reflexión que me pareció interesante compartirles:

·         La excesiva confianza en uno mismo se convierte en arrogancia o imprudencia, o ambas. Su carencia, en pusilanimidad
·         La excesiva perseverancia en terquedad. Su carencia, en flojera
·         La excesiva paciencia en cobardía. Su carencia, en descortesía

A estos comentarios, Daniel replicó con dos ejemplos estrictamente aplicables a nuestro campo profesional:

·         La necesidad de tomar los riesgos necesarios. El auditor no sólo debe inhibir a la gerencia de tomar riesgos excesivos, sino alentarla a cumplir con el apetito de riesgo establecido. Obviamente, un Banco que no da créditos no puede prosperar
·         El examinar cuidadosamente las políticas contables. Una cosa es la contabilidad engañosa o amañada en la que se omite revelar contingencias y otra un abuso de la prudencia que termine revelando una solvencia de la entidad menor a la real: reservas ocultas, la forma inversa de amañar la contabilidad.

Un desafío para el auditor interno en los tiempos que corren es perfeccionarse en el dominio de las disciplinas requeridas por el Marco de Competencias del IIA, pero eso requiere un paso previo enunciado por Peter Senge en su excelente libro “la quinta disciplina”: el dominio de uno mismo, la visión personal.

Esa visión personal o dominio de uno mismo es lo que nos permitirá:

·         Confiar en nuestras fuerzas sin caer en la imprudencia ni la arrogancia
·         Persistir en el esfuerzo conociendo el límite a partir del cual la perseverancia se convierte en capricho o terquedad
·         Ser paciente  y cortés, pero no consentir el abuso ni la injusticia
·         La persona con una visión personal tiene una ética que le permite saber lo que es correcto o incorrecto.

Y tiene también un equilibrio que le permite saber cuándo y hasta qué punto debe involucrarse proveyendo asistencia y consejo, y cuando debe abstenerse para mantener a salvo su independencia y objetividad. Es decir: cumplir con el enunciado de proposición de valor de nuestra labor. Como dije en el curso de la reunión “no se convoca a un chef a cortar patatas en la cocina”.

Y como genialmente sintetizaba el querido y prematuramente desaparecido colega Miguel Cano: Debemos ser  auditores “con valor y valores”

Guillermo Casal, CIA, CCSA, CFSA, CGAP, CRMA, CISA, CFE - Contador Público y Master en Economía y Administración de empresas en Argentina. Con más de 35 años actuando en todas las especialidades de Auditoría. Auditor interno, externo, informático y forense. Obtuvo todas las certificaciones del IIA (CIA, CCSA, CFSA, CGAP, CRMA). También la CFE (examinador de fraudes), y la CISA (auditor informático). Dedicado hace quince años a la consultoría y capacitación. Fue colaborador de Luis Moreno Ocampo, ex fiscal penal de la Corte internacional de la Haya, y Stephen Walker, ex agente especial del FBI. Para mayor información visite www.guillermocasal.com.

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1 comentario:

  1. Estimado Guillermo, involucramiento y abstención como bien lo dices. Para lograr el equilibrio entre asistencia e independencia

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