miércoles, 1 de abril de 2015

Sostenibilidad frente a la fragilidad de las organizaciones ante los riesgos emergentes

Jesús Aisa Sánchez-Horneros.
Recientemente el Instituto de Auditores Internos de España presentó un estudio muy interesante recogido en un documento titulado Visión 2020. Desafíos de Auditoría interna en el horizonte 2020, en el que se destacan algunos aspectos  que ya hemos venido comentando en este blog, como por ejemplo que las organizaciones se están volviendo cada vez más frágiles, debido a una falta de identificación y adecuación a los nuevos riesgos que las afectan.

Esto es así porque en muchas organizaciones la elaboración del mapa de riesgos y su gestión no es primordial. Pero además en muchos casos los mapas de riesgos que realizan las organizaciones están “cocinados”.

Esta “adulteración”, en muchos casos, se derivará porque la organización sólo maneja riesgos inminentes o históricos y que se pasen por alto otros, que erróneamente no estimen como relevantes.

Esta situación, entre otras razones, está haciendo que, según el informe Visión 2020, “la esperanza de vida de las compañías se acorte” ya que al revés que sucedía con las compañías centenarias, las nuevas empresas “no tienen una visión del negocio a largo plazo y no han previsto los procesos de sucesión anticipadamente” ya que, cómo se puede observar en el siguiente gráfico la esperanza media de vida de las empresas, en estos momentos ronda los 10 años, cuando a mediados del siglo pasado se situaba en los 60 años
Ante este panorama, y dado que esta globalmente aceptado que una empresa es sostenible cuando, además de lograr una cuenta de resultados económicos satisfactoria y maximizar su valor, es viable a corto y largo plazo por su contribución a un desarrollo sostenible de su entorno, con pleno respeto a los derechos humanos individuales y colectivos, entiendo que podremos concluir que las mayoría de las nuevas empresas desaparecen en tan poco tiempo porque no son sostenibles.

Una sostenibilidad que pasa, como ya hemos visto en anteriores posts, por una correcta identificación de los riesgos operacionales y estratégicos (que son dos de las cinco mayores preocupaciones de las Comisiones de Auditoría a nivel global según el informe Visión 2020), obliga a que las Organizaciones se posicionen de forma adecuada para identificar todos riesgos que les afecten

Obviamente, cada organización tendrá unos riesgos específicos debidos a su sector y a su ámbito de operación, pero actualmente existen unos riesgos que son globales y que todas las organizaciones deberían tener en cuenta.

Riesgos globales que cada año son evaluados por su probabilidad y posible impacto en los próximos diez años por el World Economic Forum en su informe “The Global Risks”.
En su último informe presentado el pasado 15 de enero en Londres, los casi 900 expertos que participaron en el mismo, identificaron al cambio climático, su mitigación, adaptación e impactos como cuatro de los 10 riesgos más importantes (según probabilidad e impacto) a los que actualmente las organización deben hacer frente (entendiendo la crisis del agua, como un impacto agravado en gran parte por el calentamiento global).
Por lo tanto, si queremos que nuestras organizaciones perduren en el tiempo, debemos conseguir implantar la sostenibilidad como uno de los objetivos más importantes de la misma (sino el mayor), concediendo así la importancia (o gravedad) que se merecen a los riesgos ambientales actuales y futuros que incidan en el porvenir de la organización, así como en el entorno en el que se desenvuelven.

Por todo ello, vuelvo a insistir en la necesidad de que los Planes de Auditoría a desarrollar en el corto plazo, consideren la incidencia que en los distintos entes auditables  tengan los riesgos ambientales con los que conviva la organización, pero no desde la perspectiva de un riesgo hipotético que pudiera estar en el entorno de nuestra actividad, sino como un riesgo residual real. Por lo que se precisa se determine, como para cualquier otro tipo de riesgo, el nivel de apetito al riesgo que la organización considere viable con sus objetivos estratégicos, entre los que no puede obviarse la deseada sostenibilidad.

Jesús Aisa Sánchez-Horneros. Es Ambientólogo por estudios, experto en cambio climático por experiencia laboral y defensor y creyente de la sostenibilidad por convicción propia. Este artículo fue publicado en el Blog Sostenibilidad Tangible,

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