
Al igual que las hormigas muchos auditores internos hemos
sido durante mucho tiempo entrenados, amaestrados, educados y formados para
comunicarnos en base a requerimientos técnicos, los cuales en muchas ocasiones
limitan nuestra capacidad de comunicarnos efectivamente. Pregúntate lo
siguiente:
¿Cómo evalúas tu capacidad de comunicarte?
¿Es la comunicación una prioridad para ti?
¿Puedes inspirar y motivar a otros?
¿Desarrollas tus recomendaciones de auditoría de forma
tal que tus clientes sean capaces de entenderlas, asimilarlas, e
implementarlas?
¿La forma como te comunicas te permite agregar valor,
reducir la exposición al riesgo de tu organización y mejorar de forma
sustancial los procesos de negocio de las áreas auditadas?
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