lunes, 19 de enero de 2015

De ida pero también de vuelta

Jesús Aisa Díez.
Iniciado el nuevo año, y superado el periodo navideño, es momento de volver a retomar las actividades cotidianas, entre ellas las de compartir algunos comentarios y puntos de vista relativos a la actividad de auditoría interna, a fin de que puedan servir de motivo de análisis.

Para aquellos que me acompañan en la lectura de mis comentarios, entiendo que les será familiar una secuencia que, en alguna que otra ocasión ya he referido respecto de la importancia que entiendo tiene la actividad de auditoría interna en el nivel de control interno de las organizaciones. 

Y ello debido a que no será posible que en las organizaciones exista un buen control interno, si éstas no disponen de un buen gobierno corporativo;  lo cual solo será viable si existe una adecuada supervisión realizada por el Comité de Auditoría, en cuyo caso se hace imprescindible que estos dispongan de una función de auditoría interna que actúe de forma eficaz y eficiente, desempeñando las labores que se le encomienden  y las recogidas en sus respectivos planes de trabajo.

De acuerdo con esta descripción, la función de auditoría interna resulta fundamental en el nivel de control interno de las organizaciones, ya que existe una relación directa entre ambas, haciéndose muy dificultoso que alcancemos un buen control interno sin la existencia de una eficaz función auditora, ya que esta resulta condición sine qua non para conseguirlo.

Llegado a este punto creemos necesario recordar como COSO define el control interno, señalándonos que: El control interno es un proceso, efectuado por el Consejo Directivo de las compañías, la administración y demás personal, diseñado para proporcionar seguridad razonable respecto al logro de los objetivos en las siguientes categorías: (i) Fiabilidad de la información financiera y operativa, (ii) Cumplimiento de leyes y normas y (iii) Eficiencia y eficacia de las operaciones.

De acuerdo con este enunciado, en nuestra opinión destacaríamos que el control interno es un proceso en el que han de participar todos los miembros y estamentos de las organizaciones, por lo que no es posible conseguirlo sin el compromiso de todos ellos. Circunstancia por la que señalábamos hace unos momentos que la función auditora es condición necesaria, pero no suficiente, para conseguir un adecuado control interno. 

Y esto es así debido a que, aunque tengamos Unidades de Auditoría Interna con una percepción clara de cuáles son las debilidades de la organización en las que operen, su actuación se verá condicionada si su jefes, fundamentalmente el funcional, no les prestasen el apoyo que requeriría poder actuar sin restricciones en cualesquiera de los ámbitos empresariales que se considerasen oportunos supervisar.
En este sentido, la actuación de los responsables funcionales de las Auditorías Internas, es decir los Comités de Auditoría, dependerá muy mucho de: su capacidad de análisis, compromiso y ausencia de conflictos de intereses de sus miembros,  lo que a su vez dependerá de la idoneidad de su elección; lo que nos vuelve a situar en el adecuado desarrollo del gobierno corporativo de la empresa.

Es decir, que si bien la secuencia enunciada al principio de estos comentarios parece que resulta evidente, en el sentido de que: el nivel de Control Interno estará condicionado a la bondad del Gobierno Corporativo de la organización, en tanto que este dependerá en buena medida de la eficacia del Comité de Auditoría, la cual a su vez será consecuencia de la función desarrollada por la Unidad de Auditoría Interna; también la relación inversa resulta aplicable, ya que no podremos tener una función de auditoría eficaz, si no se cuenta con el apoyo del Comité de Auditoría, para lo cual se hace imprescindible que el Comité ejerza sus responsabilidades sin condicionantes de ningún tipo, lo que requiere que el Gobierno Corporativo sea adecuado.

Llegado a este punto podríamos preguntarnos, si se cumpliesen estas exigencias, ¿para qué sirve entonces la función auditora?. Pues para ejercer adecuadamente la labor de supervisión, garantizando razonablemente el correcto desarrollo del proceso de control interno de la empresa, detectando las desviaciones que sean precisas corregir con las que conseguir el cumplimiento de los objetivos empresariales, ya que trabajando en otras condiciones existirán limitaciones que incidirán en la bondad o alcance de nuestras apreciaciones, o lo que es lo mismo, en la calidad de nuestro trabajo.

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