miércoles, 18 de marzo de 2015

Formación y sensibilización para disminuir el nivel de los riesgos ambientales

Jesús Aisa Sánchez-Horneros

Como ya he comentado en anteriores posts, entre de los diferentes tipos de riesgo a los que está sometida la actividad empresarial, se encuentran los riesgos ambientales.

En esta ocasión me voy a centrar en la identificación de los riesgos ambientales asociados a las actividades productivas de las organizaciones, dejando para otra ocasión el tratamiento de los riegos medioambientales debidos a factores naturales

Centrándonos en los que se derivan de las actividades productivas, debemos entender  como tales, toda circunstancia o  proceso de la organización que conlleva la posibilidad de un daño para el medio ambiente, incluidos los seres humanos.

Para conocer estos posibles riesgos y sus niveles de importancia, las organizaciones cuentan con una herramienta ofrecida en los Sistemas de Gestión Ambiental, la denominada identificación y evaluación de aspectos ambientales. 

Según la Norma Internacional para la implantación de un Sistema de Gestión Ambiental, la Norma ISO 14001, el riesgo ambiental es directamente proporcional a la posibilidad de su ocurrencia  y a sus posibles consecuencias. Coincidiendo así con lo señalado al respecto y de forma genérica sobre los riesgos por COSO II. Es decir, cuanto más probable sea que ocurra un riesgo ambiental y mayores sean sus consecuencias, mayor será el nivel de riesgo ambiental.

Riesgo = Posibilidad x Consecuencia

Siendo así, para identificar y evaluar un determinado riesgo ambiental será preciso conocer:

Los factores de riesgo
Los identificadores de riesgo
Las consecuencias del riesgo

Con esta aparentemente sencilla fórmula, la empresa podrá realizar su “mapa de riesgos” indicando la fuente de riesgo, es decir los factores, su localización, su valoración así como los efectos o repercusiones que puede tener en el medio ambiente.

Pero lo que en muchas ocasiones las empresas no tienen en cuenta, a la hora de evaluar sus riesgos, es que, la función de los trabajadores en una empresa se puede definir  como  “la aplicación de sus conocimientos y experiencias  a la realidad de su organización, de la que se derivarán múltiples efectos“. Por ello, al menos en el tema ambiental, y como una medida preventiva de control, y en base a unas buenas prácticas, no se debería dar por supuesto la existencia de un conocimiento previo de los trabajadores al respecto, debiendo formar e informar a toda la organización sobre la gran variedad de  los riesgos ambientales derivados de su actuación.

Actuando  así, podemos llegar a la conclusión de que en muchas ocasiones un riesgo ambiental puede ser reducido e incluso eliminado con una correcta actuación derivada de una formación y sensibilización ambiental de todos los integrantes de la organización. Ya que la posibilidad de que se produzcan estos riesgos, en muchas situaciones, está íntimamente relacionado con que el trabajador posea o no los conocimientos necesarios para evitarlos.

Así pues, para disminuir el riesgo ambiental de la empresa y que la misma pueda mejorar continuamente su comportamiento ambiental, es totalmente necesario implantar campañas de sensibilización y formación ambiental a todas las personas que forman parte de la misma. Elaborando para ello un plan de formación según sus necesidades específicas.

Además,  mediante la formación se logrará que los participantes pierdan “el miedo” hacia el Medio Ambiente al dejar de ser como algo desconocido y sólo concerniente a los técnicos y el área de medio ambiente (sostenibilidad o la que corresponda en cada caso), aparte de conseguir una mejora en la comunicación bidireccional, aumentando la posibilidad de escuchar a los trabajadores  y recoger sus opiniones y sugerencias de mejora.

Es muy Importante tener en cuenta, la dificultad de cuantificar el éxito en la formación impartida a los trabajadores de la organización. Para asegurarse que el nivel de formación de los trabajadores es el óptimo, la formación debe ser continuada. No sólo con cursos específicos de formación, sino con campañas de sensibilización específicas y apoyadas con la  realización de encuestas periódicas con las que evaluar los conocimientos adquiridos tras la formación y los posibles nuevos temas a tratar en los siguientes cursos.

En resumen, una forma de combatir los riesgos ambientales en la empresa, es la de formar a los trabajadores en las consecuencias que en el medio ambiente tienen sus actuaciones, ya que, de una u otra manera, todas tienen alguna incidencia en estos riesgos.

A título de ejemplo permítanme que cite algunas actuaciones cotidianas de las que se derivan efectos ambientales:

  • Las emisiones de gases de efecto invernadero indirectas de una organización dependerán principalmente del consumo de electricidad de la misma. Así pues al no apagar las luces cuando las dependencias se encuentran vacías, tener la temperatura del aire acondicionado a un valor menor del deseado, no tener los ordenadores configurados correctamente o imprimir documentos en vez de leerlos en pantalla, estaremos aumentando el riesgo ambiental de la huella de carbono de nuestra organización.

  • Igualmente si nos desplazamos cada vez que debemos tener una reunión, en lugar de utilizar las herramientas que nos ofrecen las nuevas tecnologías, como la videoconferencia o la telepresencia, además de gastar más tiempo estaremos aumentando también las emisiones de CO2 de nuestra organización. No en vano la sustitución de un 5-30% de los viajes de negocios en Europa por videoconferencias podría evitar la emisión de 5,59-33,53 millones de toneladas de CO2.

Por todo lo anterior, lo que tenemos que tener claro es que los riesgos ambientales no son ajenos a nuestros actos, y que siendo consciente de ello podremos, a través de una adecuada formación y, sobre todo sensibilización, combatirlos adecuadamente.

Conocer el grado de sensibilización y las actuaciones responsables o irresponsables de los integrantes de las organizaciones, es la parte de las auditorías ambientales, que trataré en el futuro en el blog.

Jesús Aisa Sánchez-Horneros. Es Ambientólogo por estudios, experto en cambio climático por experiencia laboral y defensor y creyente de la sostenibilidad por convicción propia.

Esta información fue tomada del Blog Sostenibilidad Tangible, el mismo está orientado a temas relacionados con la responsabilidad corporativa, y sus artículos  hacen especial hincapié en la implantación de los sistemas de gestión ambiental, y en sus auditorías. Por lo tanto esta especialmente dirigido a los responsables de sostenibilidad, medio ambiente y unidades de auditoría de las organizaciones, tanto públicas como privadas.

Estero que visiten frecuentemente el Blog Sostenibilidad Tangible.

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