Jesús Aisa Díez
A través de las interesantes opiniones que a lo
largo de estos años han ido aparecido en el blog, hemos tenido oportunidad de
familiarizarnos y profundizar en múltiples aspectos que afectan al desarrollo
de la auditoría interna, posibilitándose así un mejor desempeño por parte de
los profesionales que la realizamos, puesto que los temas descritos se basan en
las regulaciones y normas que nos afectan, así como en las posibles mejores
prácticas a emplear en la ejecución de los Planes de Auditoría.
Sin embargo, posiblemente porque es un tema en el
que Auditoría Interna suele pasar de puntillas en casi todas las
Organizaciones, no ha sido objeto de un tratamiento habitual uno de los
objetivos básicos auditables. Me refiero al Gobierno Corporativo.
Recordemos que hemos tratado de las distintas formas
de gestionar los riesgos, los controles, las características personales y
profesionales de los auditores, la forma de evaluar la calidad de la función,
de la utilidad del empleo de técnicas de auditoría asistidas por ordenador, de
los monitoreos continuos, del contenido y formato de los informes de auditoría,
etcétera, etcétera; pero poco sobre cómo actuar frente a las debilidades del
Gobierno Corporativo, que recordemos, junto con el de riesgo y control,
constituyen los tres procesos a los que auditoría interna ha de prestar
atención a fin de evaluarlos y contribuir a su posible mejora.
Pero antes de seguir, creo que lo principal es
acordemos qué debemos entender por Gobierno Corporativo, o mejor dicho por un buen Gobierno Corporativo.
Una forma clara de definirlo es la que recoge la
OCDE, enunciándolo como: Conjunto de
relaciones entre la administración de la empresa, su consejo de administración,
sus accionistas y otras partes interesadas. Proporcionando también la
estructura a través de la que se fijan los objetivos de la compañía y se
determinan los medios para alcanzar esos objetivos y supervisar el desempeño.
Entre
ellas las reglas que
regulen las relaciones de poder entre los propietarios, el consejo de
administración, la administración y las partes interesadas tales como: los
empleados, los proveedores, los clientes y el público en general. Todo ello con
el objetivo de:
- Proteger los derechos de accionistas.
- Asegurar el tratamiento equitativo para todos los accionistas, incluyendo a los minoritarios y a los extranjeros
- Todos los accionistas deben tener la oportunidad de obtener una efectiva reparación de los daños por la violación de sus derechos.
- Reconocer los derechos de terceras partes interesadas y promover una cooperación activa entre ellas y las sociedades en la creación de riqueza, generación de empleos y logro de empresas sustentables.
- Asegurar que haya una revelación adecuada y a tiempo de todos los asuntos relevantes de la empresa, incluyendo la situación financiera, su desempeño, la tenencia accionaria y su administración.
- Asegurar la guía estratégica de la compañía, el monitoreo efectivo del equipo de dirección por el consejo de administración y las responsabilidades del Consejo de Administración con sus accionistas.
Tal y como se recoge en el siguiente esquema
elaborado hace ya algún tiempo por Deloitte.
El propio Marco para la Práctica profesional de
Auditoría Interna, en su Norma 2110 señala que la actividad de auditoría interna debe evaluar y hacer las
recomendaciones apropiadas para mejorar el proceso de gobierno. En este
objetivo entendemos preciso que los responsables de las Unidades de Auditoría
deberían apoyarse en los Códigos de Buen Gobierno que les sean de aplicación
dentro de sus ámbitos de actuación, evaluando el grado de aplicación real, en el entorno de
sus organizaciones, de las mejores prácticas en ellos recomendadas.