Por
Jesús Aisa Díez
En búsqueda de sus
objetivos, las organizaciones empresariales deben adoptar múltiples decisiones
estratégicas buscando la mejor solución para cada uno de los procesos que en
ellas tengan cabida, identificando, y finalmente aplicando, los que se
consideren que resulten más eficientes, o como mínimo más eficaces.
Entre las
alternativas por las que las empresas deben decantarse, está la correspondiente
a cómo asumir la gestión: si con medios propios o externos. Es decir, empleando
capacidad propia tanto de medios materiales como humanos o, en su defecto,
subcontratando aquellos que se consideren convenientes. Decisión en la que
intervendrán múltiples factores, pero fundamentalmente los económicos, ya que
con la externalización de actividades se busca prioritariamente reducir costes,
empleando a empresas prestadoras de servicios especialistas en el proceso
subcontratado, y por lo tanto, teóricamente, más eficaces en el desarrollo de
esa función.
Esta modalidad de
gestión no es nueva, pues se viene aplicando por las empresas desde hace ya
bastantes años, aunque últimamente se esté ampliando ésta modalidad de forma
espectacular. En este sentido, echando mano de la nostalgia y de mi experiencia
profesional, que como creo saben se basa en más de 35 años de trabajo en la
multinacional española Telefónica, podría citar que, en los años 70 del siglo
pasado, las señoritas que atendían el servicio cursado por las centralitas
manuales existentes en las poblaciones rurales, que se denominaban Centros de
Operación Manual en Régimen Familiar, no tenía vínculo laboral con la empresa, puesto
que trabajaban en situación de concesión desde su domicilio.
Posteriormente, y
cuando se inició el proceso de automatización y universalización del servicio
telefónico, creándose grandes infraestructuras en canalizaciones y tendidos de
redes, se externalizó el servicio de creación de planta externa, anteriormente
realizadas por brigadas de construcciones propias, manteniendo de momento las
de conservación, que pasados ciertos años también se subcontrataron, y así
evolucionando hasta llegar a la
deslocalización generalizada de los “call
center” de atención a los usuarios, ubicándolos en países de América latina
y Marruecos.
En el mismo sentido
también podríamos hablar de las multinacionales de la industria del textil,
donde los “Made in China, Turquía,
Bangladesh,….” son más que frecuentes. Aunque como paradigma de lo acabamos
de decir, fijémonos en dónde se fabrican las distintas partes del Boeing 787,
pudiendo observarse países de varios continentes.